Melibea
Al muy afamado cantante de soul y funk estadounidense James Joseph Brown (1933-2006) se le conoció por varios sobrenombres, todos ellos fundados, pero quizá los que puedan definirle con más precisión y justicia sean los de Godfather of Soul (Padrino del Soul) y el hombre más trabajador del mundo del espectáculo. Gracias a sus cualidades canoras e intensa y hasta profusa vida profesional, Brown, que había nacido en una choza en la localidad de Macón, Georgia, reunió una más que considerable fortuna sobre la que sus herederos llevan ensañados varias semanas en acerbas disputas, con el finado (fallecido y embalsamado el pasado día de Navidad) de cuerpo presente. Lean lo que en su Pirulo de Tapa anota hoy el diario argentino Página/12 con donosa ironía:
Tres semanas después de muerto, el cantante de soul James Brown permanece insepulto por la furia desatada entre sus herederos. Los seis primeros hijos no aceptan a la última compañera de Brown, Tomi Rae Hynie, como su esposa –o viuda– legítima, ni reconocen los derechos del hijo de ambos, James Jr. Ahora, una guerra de abogados, denuncias y contradenuncias impide tomar decisiones. Y así, el cadáver embalsamado de James Brown permanece encerrado en su ataúd, en el cuarto de su casa, en Carolina del Norte, a la que tampoco se puede entrar hasta que se arreglen los conflictos legales. Desde el exterior, un grupo de admiradores pasa con fuerte volumen la canción que hizo famoso al cantante: “I feel good” (me siento bien).
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