miércoles, 29 de noviembre de 2006

Los riesgos de inocencia que corre Fredy Muñoz

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Melibea

El corresponsal de Telesur en Bogotá permanece detenido en los calabozos de la policía secreta colombiana en Barranquilla desde el pasado día 19. Tedy Muñoz, sobre quien pese una acusación por supuestos delitos de rebelión y terrorismo, ha recibido a lo largo de estos diez días numerosos testimonios de apoyo y solidaridad suscritos por intelectuales, escritores, periodistas, asociaciones y demas entidades vinculadas con los derechos humanos y profesionales. Ya son más de 700 las firmas que han expresado su protesta por la crimininalización de Telesur y en pro de la libertad de su corresponsal. La Fundación Protransparencia Atlántico de Barranquilla, defensora de los bienes públicos y los derechos ciudadanos, ha emitido un comunicado en el que se exige al presidente Álvaro Uribe y demás funcionarios públicos garantías procesales y de vida para el periodista detenido. No es para menos. En el breve artículo que sigue, escrito por el propio Fredy Muñoz desde su lugar en encarcelamiento, el joven corresponsal recuerda el asesinato del profesor Raúl Correa de Andreis, acusado en su día de los mismos delitos que Muñoz, y que acabó siendo oscuramente asesinado en la calle. En una entrevista difundida en exclusiva por Telesur, Magda Correa de Andreis, hermana del profesor, considera que Fredy Muñoz podría correr igual suerte si finalmente se declarara su inocencia y quedara en libertad. (Hay alguna incoherencia de redacción en el texto original del informador, que he preferido obviar, y también falta una referencia más explícita respecto al periódico al que se alude, pero quizá Muñoz no contara en sus circunstancias con la concentración requerida para redactar esa nota con más precisión. Si lo hubiera hecho, acaso recordara como cita estos versos del poeta Jalil Gibrán: Vosotros podéis destemplar un tambor y aflojar las cuerdas de la lira, ¿mas quién podrá impedir que la alondra cante?).

Los mismos errores

El Estado no cambia. Las equivocaciones que nos han llevado de guerra en guerra por toda nuestra historia Republicana, se cometen una y otra vez, actualizándose entre ambientes cada vez más hostiles.
El trabajo valiente de abogados penalistas y defensores de Derechos Humanos ha descubierto en Colombia una avalancha de procesos penales “fabricados” a la medida de quien quieren acallar.
Políticos independientes, sindicalistas, estudiantes, maestros, académicos, periodistas y científicos han sido involucrados en delitos impensables y algunos de ellos no obstante haber desmantelado la farsa, terminan muertos a tiros en las calles, como le ocurrió miserablemente a Raúl Correa de Andreis para citar solo un caso de los más sonados en los últimos años.
Somos todavía un país que no soporta pararse frente a un espejo. Como el leproso que se mutila con las uñas los `pequeños pedazos periféricos de su piel inerte, así el país se arranca pedazos vitales, elimina, obstruye o calla las voces que podrían sacarlo de su ruina.
Ostentamos el triste record de ser el país más peligroso para el ejercicio del periodismo en América. Con unos medios plegados al poder político y sus aparatos, el periodista independiente se convierte en una molestia a la cual hay que detener con la injuria, el temor o las balas.
El “para-Estado” llega a extremos demenciales con el fin de sacarse de encima la voz de su propia realidad. Quizás haya sido ese el único caso en el mundo en el cual a un diario primero le matan a tiros a su director y luego borran, con una bomba atroz, toda su planta física.
Simplificar ese episodio de la historia del periodismo colombiano a una guerra entre los Cano y el narcotraficante Pablo Escobar, es una conclusión miope. Lo que era Pablo Escobar en vida, hoy está multiplicado por cualquier cantidad en todo el país, el Estado y sus instituciones. El mismo Estado que lo creó, se deshizo de él con un balazo en la cabeza. Y hoy, sus métodos de secuestro de periodistas, de intimidaciones, compras de conciencia, acorralamientos y ejecuciones extrajudiciales parecen una política oficial dentro de un Estado que sin pena ninguna, sigue cometiendo los errores de hace un siglo.
Fredy Muñoz, corresponsal de TeleSur en Colombia.

RedDiario

Artículo
COLOMBIA: TELESUR BAJO FUEGO
Fredy trabaja en su propio país, Colombia, donde a pesar del cambio en la "correlación de fuerzas" en las pasadas elecciones, el terrorismo de Estado y el asesinato de periodistas continúa siendo moneda corriente. Por tanto, su detención (o su eventual sometimiento a torturas o asesinato) no ha sido "noticia" en los Diarios de América de la SIP, el Miami Herald, El País de España y los "equilibrados" programas de "opinión" de Andrés Oppenheimer, Jaime Bayly, Televisa o CNN.
José Steinsleger.

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