viernes, 24 de noviembre de 2006

La derecha, la Iglesia y los Maestros de la República

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Félix Población

Es una pena que a la periodista doña María Antonia Iglesias no se le haya ocurrido la idea de su libro Maestros de la República unos años antes. Hubiera sido mucho más justo y reparador que el homenaje que ayer se les brindó a sus protagonistas en la presentación de la obra, con asistencia de personalidades destacadas de éste y anteriores gobiernos socialistas, no sólo contara con la memoria de las víctimas sino con su presencia en vivo entre tanto político rememorativo.

Pero las víctimas se nos han ido muriendo a lo largo de estos casi treinta años de democracia sin que los méritos de su labor docente y las represalias sufridas durante la guerra civil y el franquismo alcanzaran el grado de reconocimiento público y desagravio a que eran merecedores. Fueron esos maestros, no lo olvidemos, quienes en muy pocos años lograron con su trabajo enmendar la lacra de una España mayoritariamente analfabeta, acogida hasta entonces a la sombra de un clero cuyo único vínculo con la educación se circunscribía al mero proselitismo. Como dijo ayer el profesor Álvarez Junco durante el acto, la represión contra los maestros fue tan dura porque amenazaban el orden social dominado por la Iglesia y el de la enseñanza tradicional, que estaba en manos de los curas.

De entre las opiniones extraídas durante la presentación de libro, casi todas muy convencionales y referentes a la necesidad de la Memoria Histórica y al efecto terapéutico del vigente sistema democrático como bálsamo para que cicatricen las viejas heridas, me quedo con las de don José Antonio Maravall, catedrático de Sociología de la Universidad Complutense y primer ministro de Educación del primer gobierno socialista con don Felipe González: Hoy, una vez superadas las dos Españas, ya podemos recordarlo todo.

También me han parecido interesantes las que expuso don Santiago Carrillo y que vienen a poner en entredicho la anterior formulación del profesor Maravall: En la iglesia católica y en el Partido Popular hay rasgos que recuerdan a los años de la guerra civil. Que los señores obispos se erijan en voceros de la desobediencia civil ante una ley aprobada en el Parlamento de la nación o que redacten una pastoral en la que declaren la unidad de España como bien moral son síntomas retroactivos de muy peligroso cuño. Lo mismo cabe decir, según don Santiago, de una oposición política que bloquea el proceso de paz en el País Vasco y se niega a reconocer las realidades nacionales de España.

Este fin de semana, con la Asociación de Víctimas del Terrorismo del PP otra vez en las calles, bajo la presidencia del ex presidente Aznar, y después de las proclamas de los respetables monseñores y las renuencias obsesivas de los jueces conservadores, más parece que haya acertado el señor Carrillo que don José Antonio Maravall en su diagnóstico. De ser así, estoy con mi estimado colega don Carlos Carnicero y suscribo sobre todo el último párrafo de su artículo de hoy en El Plural:

Toda esta derecha que trafica con una patria que no está en peligro, con la independencia de los jueces y con el dolor de las víctimas hace que al final uno -que ve tantos defectos en la política de José Luís Rodríguez Zapatero- se cuestione la posibilidad de hacer bien su trabajo, porque con esta alternativa no hay quien se quite de la cabeza que por muy deficientes que sean los socialistas españoles en el Gobierno de la nación, de momento son un muro de contención de una caspa que ha cerrado las vías del progreso de España sistemáticamente en los últimos doscientos años. A esperar el lunes, a que escampe tanto nubarrón de curas, jueces y manipulados.

Es muy probable que para aliviarnos de ese oscuro temporal de insidiosos resentimientos, paranoicas tramas mediáticas y usufructos exclusivistas de la unidad patria nos viniera bien la lección de vocación por la cultura y la libertad de aquellos recordados Maestros de la República a los que algunos debemos lo mejor de nuestra memoria y sin duda lo más saludable de nuestra conciencia.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué bien queda la nostalgia como artículo decorativo en los medios de comunicación progres.

Anónimo dijo...

Excelente artículo. Muy agradecido por sus palabras. Mi padre era uno de esos maestros. Firmo con su mismo nombre. Gracias de corazón.

Anónimo dijo...

Curiosos esos obispos que predican la unidad de España con una emisora que incita a la discordia y al odio permanentes. Sería bueno que leyeran los evangelios.

Anónimo dijo...

A propósito, ¿alguien se puede creer a estas alturas que esos monseñores leen el Evangelio cuando lo leen en los santos oficios?

Anónimo dijo...

Acierta Carrillo, está cada vez más claro y es cada vez más preocupante.

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