miércoles, 25 de octubre de 2006

Umberto Eco e Internet como amnesia histórica

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Félix Población

He leído con sumo interés y preocupación las últimas declaraciones de Umberto Eco, publicadas hace unos días en la revista alemana Cicero (Magazin für politische Kultur). El eminente escritor y profesor de la Universidad de Bolonia asevera que Internet, sobre cuyas benefactoras características documentales y comunicacionales tanto solemos abundar quienes en mayor o menor medida estamos conectados al ciberespacio, contribuye a la pérdida de conocimientos históricos, una asignatura ya de por sí bastante devaluada en nuestro país a base de tantas historias autonómicas dispersas y exclusivas.

Por proceder del prestigioso catedrático de semiótica y reconocido humanista, sus criterios merecen el máximo respeto y contribuyen sin duda a una cierta alarma acerca de la posibilidad de tan negativos efectos. La teoría expuesta por Eco es que Internet viene a ser, en ese aspecto, un mal gestado en los Estados Unidos que amenaza con extenderse por Europa y el resto del mundo hasta inocular esa suerte de virus amnésico que suma a la Humanidad en una universal desmemoria. Para el afamado autor de El nombre de la rosa, tan negativa es la carencia de información como el exceso que está propiciando la nueva comunicación electrónica, donde se difunde sobre todo una masa de información de menor importancia que acelera la pérdida de perspectiva histórica.

El esclarecido profesor italiano asegura que esa afección es típica del país promotor del invento, al que augura la probabilidad de una pérdida de memoria colectiva, algo que sumado a las anteriores previsiones completa una perspectiva que casi podría equivaler a la propia de un argumento de ciencia-ficción, más relacionado quizá con una nueva versión de Fahrenheit-451 que con las razonadas premisas de un sabio y distinguido semiólogo tantas veces doctorado en tantas y tantas universidades.

Lo cierto es que una inmersión abusiva y exhaustiva en Internet, como sería la que se suele dar entre los más jóvenes adeptos, sin un poso cultural de capacidad reflexiva y selectiva para adentrarse en ese magma informe de incesante combustión documental, puede contribuir a esa ingesta de información masiva y accesoria de la que habla Eco, capaz de reconducir al usuario hacia lo superfluo y apartarlo de tan fundamental fuente de conocimiento integral y reconocimiento personal como la que conforma nuestra memoria histórica.

Sin ella somos ciertamente un fardo a la deriva de las corrientes de alienación o manipulación que desde la propia Internet se puedan programar para llenarnos ese vacío de visión histórica en el que, según don Umberto, podríamos estar alojándonos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como todo gran invento tien sus pros y sus contras, pero de ahí a ver sólo los contras me parece un exceso apocalíptico de Eco. Sería precisa una asignatura para utilizar Internet a fvor de especializaciones en el usuario sobre las materias que al usuario le interesen. En la actual escuela no se da eso y sería cuestión de programarlo.

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