lunes, 11 de septiembre de 2006

El viaje de ZP a la música de Barenboim

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Félix Población

No hace mucho, los medios de la derecha retro, ésa que rebusca en el basural del bulo por acusar al Gobierno vigente de cualquier desliz, acusó a ZP de viajar a Berlín en avión oficial para ver a su esposa cantar en el concierto de la orquesta de Daniel Barenboim, como si el señor Presidente del Gobierno, con toda la dignidad y responsabilidad propias de su cargo, estuviera obligado a viajar en la clase turista de cualquier línea aérea.

En el supuesto de que la decisión de don José Luis se debiera a un capricho personal, fruto de la amorosa querencia que le debe a doña Sonsoles Espinosa, los españoles de bien que amamos la música por encima de casi todas las cosas deberíamos sentirnos muy satisfechos de esa personal melomanía de nuestro Presidente. Yo al menos así lo creo, sobre todo cuando la presencia del señor Rodríguez Zapatero en el auditorio alemán responde al programa de paz y concordia que el director Daniel Barenboim aplica a su orquesta.

Músicos iraelíes, palestinos, egipcios, sirios, libaneses y jordanos conforman la West-Eastern Divan. Todos los veranos, mientras Oriente Medio se desangra en repetidos episodios de violencia que esparcen al aire el horrísono estruendo homicida de la guerra, esos jóvenes artistas estudian a fondo la armonía de los acordes bajo la batuta del director argentino. Crece entre ellos en amor y compaña el abrazo de la música que luego se esparce por las salas de conciertos del mundo como un himno de avenencia que traspasa todas las fronteras.

Si este mundo, como dijo Nietsche, sería un error sin música, yo estoy muy satisfecho de que el Presidente de mi país, aparte de contar con el privilegio personal y envidiable de una esposa que canta, pueda presenciar su voz en el conjunto de una orquesta fundada en 1999 por Edward Said y Barenboim para proclamar la paz con y entre aquellos que tanta muerte vienen respirando durante decenios. En ese sentido, la presencia de don José Luis en el auditorio berlinés, con avión oficial y todo, debería ser valorada como un gesto diplomático muy dinámico y coherente, dotado además de una relevante y significativa sensibilidad.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me agrada saber que con doña Sonsoles hemos ganado una primera dama inteligente y discreta, vinculada profesionalmente al mundo de la cultura y que no renuncia a su carrera profesional. El contraste con las señoras de Aznar y Blair es más que evidente.

Anónimo dijo...

Unos cuantos aviones oficiales fletaría yo cada semana con el núcleo duro de la clase política para que asistiera a óperas y conciertos en Viena, Londres y París, a ver si se nos civilizaba. Nos saldría barato por lo rentable para la convivencia en paz y democracia.

Anónimo dijo...

Ya lo dijo Cervantes, amigo Jacint.

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