Lazarillo
Es lógico que a don Gregorio Palomo, secretario general del sindicato de Agentes Forestales, le parezcan cuando menos impactantes las declaraciones de su ministra Narbona sobre la posibilidad de que los incendiarios de Galicia provengan del despecho de ex contratados en los retenes de protección. No hace sino evaluar una temeraria hipótesis que hoy ha sido severamente criticada por casi tods los medios de comunicación del país.
Sin embargo, el señor Palomo, dada su condición de especialista en la materia, es a mi juicio un poco cándido al valorar como teoría más creíble en el origen de un fuego múltiple y coincidente las negligencias de ganaderos y agricultores. Si doña Cristina Narbona pecó acaso de temeraria en sus opiniones, don Gregorio hace un derroche de ingenuidad con las suyas, pues parece poco verosímil que centenares de campesinos gallegos se hayan puesto de acuerdo al unísono para ejercer de negligentes en la quema de sus rastrojos.
El director de la Guardia Civil no descartó ayer, a la vista de las primeras detenciones y una vez requisado cierto material de comunicación a distancia, la actuación de tramas organizadas en esta auténtica ejecutoria de terrorismo forestal. Si es así, tal como creo, y se demuestra, con todas las dificultades que esto comporta, el rigor de la ley ha de ser el máximo para escarmiento de los culpables, acostumbrados hasta ahora a purgar irrisorias condenas.
La sequía creciente que vacía nuestros embalses y el fuego que devasta nuestro patrimonio forestal cada verano son cuestiones de muy grave entidad que deberían alertar mucho más la sensibilidad de nuestros gobiernos. Cierto que el señor Presidente ha acudido a Galicia en cuanto fue apercibido de la entidad del desastre, pero creo que nuevamente se pospuso en exceso la petición de ayuda para atajarlo, tal como ocurriera hace un año en el incendio de Guadalajara que costó la vida a ocho operarios.
En cuanto a los reproches del Partido Popular acerca de la pasividad de un gobierno en vacaciones, debería la oposición envainársela al respecto. Olvida que en 2003, tras gestionar desastrosamente el siniestro del petrolero Prestige, el presidente del ejecutivo conservador, don José María Aznar, tardó un mes en visitar Galicia, y don Manuel Fraga, al frente de la Xunta, no vio motivos para interrumpir por el percance su jornada cinegética.
RedDiario Actualizado
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