martes, 4 de julio de 2006

Aznar: de la retirada al suicidio político

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Lazarillo

Conocidas sus reacciones en frío, casi siempre tan airadas como las del afamado mentor mediático del vigente PP en la emisora del episcopado, la comparecencia pública de don José María ayer en la FAES se presagiaba mucho más enconada de lo habitual. El ex presidente no defraudó a quienes buscaban carnaza de titular ultra con motivo de las negociaciones con ETA: El Gobierno y ETA caminan juntos, ZP ha hecho que las víctimas murieran para nada.

El señor Aznar acababa de soportar días atrás el descubrimiento mediático de sus relaciones con don Ruperto Murdoch, el magnate de News Corporation, que le suministraron pingües e inmediatas ganancias nada más abandonar La Moncloa y que, por mantenerlas y aún incrementarlas, prefirió don José María dejar de hacer patria en el Consejo de Estado, convencido de que la unidad de España -como acaba de expresar el señor Rodríguez Ibarra- no corría ningún peligro.

Es hasta cierto punto natural en don José María que habiendo sido aireados sus negocios se le calentara la boca más de lo que le caracteriza. Llegado a este punto de ignominioso ardor de lengua, sin embargo, es muy posible que al señor Aznar el de las Azores no le quede mayor capacidad para el agravio, el ultraje y la difamación al señor Presidente del Gobierno de España. Se está superando de tal modo a sí mismo en situarse fuera del juego político de la decencia, que muy posiblemente nadie como él haya avanzado tan aceleradamente y con tanta voluntad de estilo en su degradación pública.

Soy de los que piensa que el presidente de honor del Partido Popular no asumió nunca su retirada de la política. También creo que las últimas y sonadas meteduras de pata que siguieron a esa decisión comportaron en su carácter una frustración de la que no se ha recompuesto. Por algún tiempo albergué la posibilidad de su retorno salvador al PP, movido por su soberbia y añoranza de liderazgo.

Hoy tengo la certidumbre de que en estos dos últimos años don José María se ha ido trabajando con sobrados meritos su suicidio político. Cada vez que habla gana en oscuridad y olvido la dignidad que como ex presidente del Gobierno debiera merecerse. Ahora mismo me cuesta creer que ejerciendo como tal llegó a merecer mi respeto.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Algunos le perdimos el rspeto mucho antes.

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