lunes, 15 de mayo de 2006

La publicidad de ETA y sus fieles

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Lazarillo

Es la primera vez que ETA, después de su alto el fuego, concede una entrevista al diario abertzale Gara. La utilización de tal género periodístico suele pactarse previamente entre las partes cuando las expectativas de audiencia están bien latentes en el escenario de la actualidad. Es muy probable, sin embargo, que en casos como el que nos ocupa, y dada la capacidad de seducción de los etarras entre los gestores y lectores del medio, haya sido la organización terrorista quien decidiera la charla.

Se deduce, por la urgencia con que los etarras apremian al Gobierno de España a dar pasos en la dirección de su apetencia, que a los señores investidos de capucha y chapela les corre prisa situar a sus acólitos de Batasauna en la línea de salida de las próximas elecciones municipales. Para ello nada mejor que hacer publicidad de sus viejos postulados a través de la prensa afín.

El mensaje es más o menos el mismo que la banda difundía en sus desfachatados comunicados después de cometer alguna de sus barbaridades. Con las dosis de cinismo que les caracteriza, los etarras instan al inicio inmediato del debate democrático entre partidos en Euskal Herría, como si esa prerrogativa, que ellos pretendieron enturbiar a base de tiros y bombas, se la debiéramos a su derroche de generosidad por haber acallado la violencia de las pistolas.

Tal parece que pretendieran demostrar a sus fieles que su postura en pro de la autodeterminación y la territorialidad va a tener la misma firmeza que cuando la defendían a balazos, desde el chantaje y el miedo, y que compete al Gobierno central ceder a sus exigencias si lo que se quiere es vivir en paz y libertad en la tierra que ellos se arrogan el derecho de encauzar según sus únicos intereses.

No habiendo en sus declaraciones la más mínima alusión al cese definitivo de la lucha armada, condición que desde Madrid se estima imprescindible para llegar a un diálogo provechoso para el País Vasco, ETA se limita a publicitarse de palabra cuando ya no tiene como sangrientos reclamos de su presencia los de la muerte y la extorsión.

Como en todo mensaje publicitario, es muy probable que la redacción del mismo se haga sobre presupuestos en exceso ambiciosos que pretenden denotar una cierta sensación de fortaleza ante las futuras negociaciones. En ese sentido no deben tener más validez que la de promocionar unas ideas políticas que hasta ahora los etarras pretendieron imponer a muerte, sin que hayan garantizado -de momento- el definitivo y en verdad apremiante final de tanta barbarie.

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+AR: Esperanza de la buena es la que hemos derrochado todos quienes nos hemos enfrentado al terrorismo y al nacionalismo convertido en hegemónicamente obligatorio a su amparo. Artículo de Fernando Savater en El País.

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