martes, 23 de mayo de 2006

A don Federico, sobre las ratas y el flautista de Hamelin

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Lazarillo

Este Lazarillo no tiene la menor duda acerca de la modestia de sus pretensiones. Su bitácora no aspira a nombradía ni pedigrí entre los afamados del género. Por eso no confía en que usted, con dimensión de estrella y permanentes afanes de brillo en La Mañana de la COPE, tenga noticia de mis palabras.

Se está equivocando de país y de época, don Federico. A medida que se consolida este gobierno, fruto de una de las decisiones mejor meditadas y resueltas por el pueblo español en unos comicios democráticos, su tirria es menos disimulable y sus ambiciones de notoriedad van rebasando todos los límites propios de un cometido profesional serio y digno. Debería reparar en ello, pues nunca dudé de su inteligencia ni de su perspicacia en el conocimiento de la opinión pública.

Cierto que esa sutileza en el saber se suele extraviar cuando día tras día se abona la semilla del reconcomio, algo que usted viene haciendo con prodigalidad durante dos largos años. Se diría que los respetables obispos le han dado a usted carta blanca para contradecir a las bravas el fraterno mensaje de evangélica tolerancia que debería presidir la esencia y existencia de su santa madre iglesia.

Incluso le están permitiendo, como ayer mismo a través de sus palabras, faltar al respeto al mismísimo presidente de la Conferencia Episcopal, monseñor Blázquez, a quien usted ha calificado indirectamente de extraviado por su polémica invocación al perdón respecto al proceso de paz en el País Vasco.

Pero si eso debería afectar únicamente a quienes han puesto en usted su confianza y remuneran sus servicios en nombre de una institución que merecería más dignidad que la de sus bravatas, hay algo, formulado también por usted ayer mismo, que no merecería ser pasado por alto por la siempre sagaz jerarquía eclesiástica.

Está muy feo que su verborrea de charlista sectario se empecine en denigrar por medio de la falacia o el insulto a los gobernantes socialistas de antaño y hogaño, pero debería cuidarse de reiterar mensajes similares al que vomitó el lunes respecto al pueblo español. No dude usted de su inteligencia ni crea en la posibilidad de que esta ciudadanía sea equivalente a las ratas que siguen al flautista de Hamelin hasta el cementerio -según su frase textual-, porque es muy posible que por esos intolerables derroteros expresivos acabe usted donde se merece: entre una audiencia privada de razón y colmada de resentimiento. La única que nos ha sobrado, nos sobra y nos sobrará siempre en este querido país y en los países que lo integran.

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NR: Jiménez Losantos iguala al Gobierno y a ETA incluso en su capacidad de matar.

+NR: Y después de lo expuesto sobre la última perla de F.J.L., va el señor Coronel de Palma, nuevo presidente de la COPE en honor a su presidencia en la Asociación Católica de Propagandistas, y dice: En España hay intolerancia contra la COPE.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hacer de este caballero una defensa de la libertad de expresión es dejar sin expresión lo que significa la libertad.

Anónimo dijo...

Más que nada porque la libertad nada tiene que ver con la demencia.

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