jueves, 12 de enero de 2006

Monseñor Blázquez abunda en el vacío ante Gabilondo

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Félix Población

Si primero echaba en falta ayer las palabras de monseñor Blázquez, primero asomaba don Ricardo a las cámaras de Cuatro TV con don Iñaqui Gabilondo como anfitrión. La entrevista prometía mucho más de lo que dio de sí, no sólo porque el señor obispo de Bilbao eludió todo compromiso de réplica a fondo con el versado periodista, sino porque éste también evitó una mayor concreción resolutiva en el calado de las preguntas.

El espectáculo conceptual ofrecido por la máxima autoridad de la católica iglesia de España fue lamentable. Escuchando al actual presidente de la Conferencia Episcopal se tiene la sensación de que la institución que representa no sólo observa un creciente retraso sobre la vida y los tiempos corrientes, sino que sus pastores están perdiendo capacidad retórica para tejer un discurso medianamente creíble.

Ignoro las sensaciones que habrá causado la intervención de monseñor Blázquez en los creyentes, pero casi todas sus respuestas tuvieron la superficialidad de la que ofreció a Gabilondo cuando éste le preguntó sobre su precario bagaje de intervenciones públicas. Excusarse en razón a su lugar de residencia, Bilbao y no Madrid, no parece lo más idóneo para evitar las suspicacias acerca de la supuesta influencia en el episcopado español de monseñor Rouco, mucho más activo en declaraciones y otras callejeras diligencias.

Acerca de esta última cuestión, no parecía estar informado don Iñaqui de la presencia esta semana del titular de la diócesis de Madrid en Roma, pues una pregunta al respecto habría abundado en dirimir qué capacidad de gestión le compete a uno y otro dentro de la Conferencia Episcopal. Si ésta no es presidencialista, como aseguró don Ricardo, y si el presidente no manda, según afirmó literalmente, cabría suponer que monseñor Blázquez no pinta nada.

Respecto a otros temas abordados, el matrimonio entre homosexuales, el preservativo, la marginación de la mujer en la institución católica y la repetida e insólita presencia de la iglesia en la calle bajo las pancartas, monseñor Blázquez apeló a razones tan contradictorias como dogmáticas, y no sólo porque se basen en la doctrina católica sino porque, hoy en día, expuestas con la simpleza de concepto esgrimida por don Ricardo, redundan en un rigorismo obsoleto.

También nos quiso hacer creer el obispo de Bilbao, con muy primarios argumentos, que la cadena radiofónica COPE tiene una línea editorial ajena a unos programas que pueden gustarle más o menos y que, en todo caso, si a veces ofrecen un cierto grado de crispación, es por responder como reflejo a la crispación de la sociedad.

Es decir, que don Federico y su panda de discípulos resentidos e injuriadores vienen a ser una suerte de producto del entorno antes que unos empleados de los respetables monseñores, reincidentes en su mensaje de provocación y enfrentamiento civil bajo la tutela empresarial de la iglesia del amor fraterno y la concordia, tal como han denunciado repetidamente algunos obipos catalanes.

Lamentable vacío de respuestas vitales el de la iglesia española de hoy en la voz de su máximo representante.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo qué quieres que te diga, Félix, pero yo vi a Blázque un poco acojonadillo, la verdad, casi parecía que Iñaki le estuviera sometiendo a la máquina de la verdad. Lo de que la iglesia no es una empresa de comunicación suena a chiste malo porque fue, es y será sobre todo eso, una empresa de comunicación subvencionada casi siempre por el poder, sólo así se entiende su poder. Saludos a los tuyos.

Anónimo dijo...

Sepulcros blanqueados.

Anónimo dijo...

Vimos a un hombre gris, quizás asustado, sin razones serias ni convincentes para defender sus argumentos. Además, no me pareció sincero. No puede ser que se crea lo que dijo sobre la COPE. Ciertamente fue deplorable. Por otro lado, la Iglesia ha de ser esencialmente comunicadora. No para ganar dinero como empresa, sino para comunicar su verdad.

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