jueves, 22 de diciembre de 2005

El tiempo muerto de la adolescencia

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Félix Población

Todos los medios de información reflejaron estos días con especial énfasis el acto de barbarie criminal cometido en Barcelona por tres adolescentes contra una solitaria mujer menesterosa. Al lado de tamaña brutalidad casi parece menor el hecho de que un chico de 14 años matase a su padre de una paliza en Alicante.

Las cámaras del cajero automático donde la víctima pernoctaba fueron puntuales y frías narradoras de unas imágenes que, por su crudeza y gratuidad, deberían permanecer en la memoria de nuestro tiempo como testimonio de los riesgos que amenazan a una mocedad ociosa, vaciada de valores y con un peligroso contagio de todo tipo de alineaciones en sus largos tiempos muertos, ajenos a la más mínima reactivación saludable y provechosa.

No es que las maquinitas virtuales de matar sean los únicos utensilios lúdicos susceptibles de causar posibles trastornos en la mentalidad de los muchachos más jóvenes, pero en evitación de que eso pueda ocurrir, como de hecho está ocurriendo, sería más que exigible que esos soportes propulsores de la violencia no estuvieran al alcance de sus manos, en evitación de los daños que puedan originar en sus cerebros.

Tal videomanía, basada únicamente en el fomento del instinto agresivo, llega en muchos casos a los más jóvenes sin que éstos hayan sido educados, ya sea en los colegios o en sus familias, para una madurez reflexiva que les sustraiga de esas inclinaciones. Unos padres con exceso de tareas y una enseñanza cada vez más desprovista de incentivos humanísticos, vienen a favorecer una desvinculación creciente con los valores éticos, culturales y sociales imprescindibles para el desarrollo de la persona.

Lo más grave del terrible suceso de Barcelona, aparte del suceso mismo en el que una mujer fue quemada viva por unos adolescentes que pretendieron justificar entre lágrimas su atrocidad con el argumento de que se les había ido la mano, es la pertenencia de esos jóvenes a una clase social con medios y capacidad para que el vacío de la educación y la cultura no les faltara. Mucho menos el de la conciencia.

Que por aburrimiento unos chavales de ese estamento social puedan cometer semejante atrocidad es como para replantearse el ejemplo que como padres y ciudadanos responsables estamos dando a nuestros hijos. Que nadie se excluya del conflicto porque casos así nos afectan a todos. Son obra de una sociedad con graves deficiencias de la que todos somos responsables.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hay que llenar de vida esos tiempos muertos que quedan a expensas de los agentes del consumismo y los negocios alienantes del ocio. Drogas, alcohol y tedio son una combianción poderosa para minar el periodo mñas vitad del hombre.

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