jueves, 10 de noviembre de 2005

¿Qué alumbran las llamas de Francia?

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Lazarillo

Hoy Francia y España se reúnen en París para celebrar la decimoctava edición de sus cumbres bilaterales. Las circunstancias han querido que esta cita tenga lugar cuando arden las noches en muchas ciudades del vecino país, incendiadas por bandas juveniles resentidas por el vacío social y existencial a que les ha abocado la sociedad del bienestar.

Pese a las medidas excepcionales tomadas por el gobierno francés para paliar estos graves trastornos del orden público, no parece que los efectos se dejen notar en la intensidad de las algaradas. Puede que descienda su incidencia, y hasta que se consuma por cansancio, pero la raíz del problema entre los jóvenes inmigrantes, hijos del fracaso escolar, la inadaptación social y el desempleo galopante, subsistirá como riesgo.

La administración francesa -y de paso la española, obligada a tomar apuntes de su vecina- debería proponerse un amplio y enjundioso proyecto de rehabilitación social, educacional y laboral entre ese sector de población desarraigado en los guetos de las grandes ciudades. Ése ha de ser un plan de aplicación tan generosa como urgente, cuyos resultados evitarán, entre otras cosas, que partidos extremistas como el Frente Nacional hagan acopio de votos y militancia.

Así lo acaba de manifestar el líder del FN Jean-Marie Le Pen. Sin poder disimular el optimismo con que asiste expectante al desarrollo de las algaradas, pronosticó que éstas son sólo el principio de más graves sucesos y que de todos esos percances el único beneficiario será su partido.

Si de algo han de servir las llamas de Francia, entre tantos millares de coches calcinados -como si los desarraigados de todo se hubieran centrado en destruir ese símbolo expreso de la acomodada sociedad que los margina-, es precisamente para alumbrarnos del peligroso horizonte fascista que revueltas de ese signo pueden promover.

Doy por supuesto que el gobierno del señor Rodríguez Zapatero, por previsión de Estado y por su propia identidad ideológica, sacará de la cumbre que hoy comparte con la administración francesa lúcidas y eficientes lecciones al respecto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

La inmigración va a cambiar a Europa y cuanto antes se acomoden los gobiernos a ese cambio menos serán los problemas que la integración de lo inmigrantes puede provocar. El voto a Le Pen proviene de en buena medida de la clase media baja que puede pasar de un vozto de izquierdas a un voto de extrema derecha, pues es esa clase la que más nota la coexistencia con la inmigración.

Anónimo dijo...

En mi opinión, en España todavía no tenemos crecidos a los hijos de nuestra primera gran oleada de immigrantes, que son los que ahora se rebelan en Francia por no tener representación social ni parlamentaria, ni haber sido integrados, ni respetados en su identidad. Ojo al parche, pues, con no atender a la realidad y empecinarse en algo así como la idea fija de la España uniforme donde sólo caben unos cuantos. Hagamos sitio para todos o pongamos nuestras barbas en remojo.

Anónimo dijo...

¿Qué se puede pensar de un partido como el Frente Nacional que ante esos sucesos piensa sólo en sus ganancias electorales? Asco.

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