jueves, 3 de noviembre de 2005

El Estatut de ZP

Lazarillo

Tal parecía, cuando ayer don Mariano Rajoy se presentó ante el atril del Congreso, que el líder provisional del Partido Popular acudía con premura de batalla a lidiar contra el Estatut con un objetivo obsesionante: ZP. Las fuerzas ocultas y no tan ocultas que mueven al PP tienen encomendada esa misión desde hace meses.

A falta de razones críticas propias de una oposición constructiva, y dado que ellos se mueven aún bajo el influjo caudillesco de don José María, los populares se han propuesto desprestigiar al señor Rodríguez Zapatero a toda costa y en cualquier ocasión.

Llevado por ese celo simplista, don Mariano fracasó ayer en la más elemental de las normas parlamentarias: el respeto a los proponentes de un proyecto de ley. De poco le valió defenderse de las acusaciones de anticatalanista o manifestar su repulsa ante todo tipo de boicot a los productos catalanes.

A lo largo de su intervención, el señor Rajoy convirtió al señor presidente del Gobierno en único destinatario de sus razones contra el Estatut, sin que en ningún momento se dirigiera a los tres representantes de su elaboración que tenía delante de su peana y que no constaron para nada en el discurso de don Mariano, como si su presencia fuera tan prescindible como la del propio documento en el Parlamento de España.

El señor Rajoy pretendió hacer del señor Rodríguez Zapatero mecenas y patrocinador del Estatut con reincidente y plana monotonía, arguyendo que sobre esa base está la llave de su permanencia en el poder. No podía esperarse otra argumentación de quien representa a un partido al que no le duele España, como creo que dijo ayer el señor Llamazares, sino la pérdida nunca asumida de la mayoría y la inconfesable desazón de ser protagonista con sus errores de tal fracaso.

Sin entrar en otras consideraciones de contenido, sólo por esa grave falta de cortesía que supuso ayer la orientación del discurso de don Mariano, el Partido Popular ha cosechado ante Cataluña un serio revés. Puede que allí su militancia vaya a tener que hablar a la postre catalán en la intimidad. Más que nada porque acaso resulte un tanto forzado compartir esa lengua con el común de la ciudadanía cuando a los representantes de la misma, en las Cortes de España, el PP les ha privado de la más elemental consideración.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

De acuerdo, nu hubo que atender a las razones porque sobró con los hechos. Y fue un hecho que Rajoy ignoró a los tres proponentes del nuevo Estatut para cebarse con el presidente del gobierno. Esa torpeza le costará cara al PP.

Unbreakable dijo...

En desacuerdo. La reforma del Estatuto de Cataluña debe implicar necesariamente acudir al procedimiento establecido para la reforma de la constitución. Lo que ocurre es que el Sr. Rodríguez tiene que justificar su rajada de que aprobaría cualquier estatuto que saliera del Parlamento de Cataluña. Como bien dijo el Sr. Rajoy, es el precio que hay que pagar por gobernar. No dialogar, sino sometimiento.

Esa es la cruz y lo que me repugna más de la izquierda de esta Nación española (por cierto, la única que existe; decir que Cataluña tiene identidad nacional no hace más que allanarles el camino para que mañana digan que dado que tienen identidad nacional son una nación, y no hay nación sin estado....), es que serían capaces de vender a su madre por un escaño. Si no, cómo se explican actitudes como la de IU en el País Vasco y el impresentable del Sr. Madrazo, siempre más cercano al poder y a los terroristas que a los constitucionalistas y a las víctimas de ETA.

No olvide, estimado amigo, que el Sr. Rodríguez, es un cáncer de este país, un ser irresponsable, ignorante y temerario. Pero como es "progresista y de izquierdas" no pasa nada; incluso si nos metiera en una guerra, dicha intervención estaría justificada, por ejemplo, la Alianza de Civilizaciones.

En cualquier caso, no dejo de reconocer la en muchas ocasiones nefasta oposición que hace el PP. Es una pena, porque la gestión del PSO¿E? habría sido un filón.

Sin otro particular, reciba un cordial saludo.

TBB

Anónimo dijo...

El terrorismo suele empezar con un calificativo. Primero se le llama tumor maligno al adversario político elegido democráticamente por el pueblo español. Luego se le trata de extirpar. Eso no es una opinión, es una ejecutoria de la que España tiene tristes y lamentables recuerdos.

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