Celestina Tenerías
Unos y otros se han llenado la boca al tratar de reflejar y corregir los errores ortográficos de don Mariano Rajoy en su epístola pro alianza educativa al presidente del Gobierno. Estaba en juego la enseñanza en España, de ahí que las faltas en la expresión escrita sean mucho más sonadas. Lo malo de esos borrones en contra de la lengua en que nos entendemos, o al menos pretendemos hacerlo, es que desde la sede genovesa de los populares alguien pretendió corregir los errores y tampoco acertó. No es para reírse ni para sacar leña del redactor o redactores caídos en lesa gramática. Por denunciar el deplorable y creciente mal uso del idioma castellano, gracias sin duda a todas las leyes de educación puestas en contra de las raíces del mismo, el caso supura toda nuestra vergüenza, propia y ajena, en tanto que nos afecta por provenir de quienes nos representan con su palabra.
2 comentarios:
Lo que más denotan esas faltas es un deseo de minimizar con minúsculas no sólo al gobierno sino a la ley.
No, que no, que fue por las prisas, que lo que querían era dar una lección de tolerancia porque los obispos están que no ven, por lo de la pasta, porque de Roma les vino un mandamiento de templanza, y entonces fue Rajoy y dijo, hala, vamos a escribir una carta de padre a padre de muy señor mío, con mucha tolerancia y eso, y cuanto antes, para que no diga la canallesca que somos unos montaraces, y fueron y se la escribieron y la firmó a toda hostia, y mandaron al motorista a La Moncloa y allí algún sociata pelotas se lo dijo a uno del gabinete de prensa, y de éste pasó al cronista mocloita que no se come una rosca noticiable, y nada más, que eso es todo, Rajoy es una persona de cultura, habrase visto, no te digo.
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