miércoles, 5 de octubre de 2005

Breviario:
El Pastor de las Estrellas

Lazarillo

No me pregunten por el nombre porque lo escuché de pasada en una emisora de radio local mientras conducía. Sólo sé que lo conocen en los campos de Zamora, que tienen horizontes con mucha altitud de cielo, por el Pastor de las Estrellas. Se hizo a sí mismo en la remota titilación de los luceros porque una noche, paseando con su padre por aquellas Tierras del Pan, se les echó encima como por ensalmo una lluvia de estrellas. Tenía sólo ocho años y los ojos se le quedaron prendidos en aquella alta vocación. No se puso a estudiar astronomía en los pupitres universitarios porque antes había que ganarse la vida. La encontró a la intemperie de los caminos con toda la bóveda estrellada abierta al surco de sus pupilas. Así fue echando raíces aquella noche en que la rúbrica fugaz de las perseidas lo afirmó de admiración. El pastor cultivó la mirada en el cielo, al raso de los caminos, hasta montar su propio observatorio en los oteros. El pasado eclipse anular descubrió su caso para los medios. De no ser así, no hubiéramos podido comprobar lo reconfortante que resulta, con tanta fiebre de horizontes rastreros por delante, que haya pastores de estrellas sin ser una metáfora en los más hondos paisajes de nuestra humanidad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho este comentario. A veces te prefiero como escritor de la vida antes que de la política. Espero te prodigues un poco más en lo primero.

Anónimo dijo...

Es una celebración de la vida este comentario. Estoy con Menchu: Prodígalos porque se trata de lo que nunca muere: la belleza, la verdadera sabiduría, lo auténtico...

Anónimo dijo...

Yo también estoy porque la actualidad deje a veces estos márgenes para la trascendencia humana.

Anónimo dijo...

Un poema en prosa maravilloso. Gracias.

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