miércoles, 7 de septiembre de 2005

Katrina y la agonía del imperio



Félix Población

Katrina ha demostrado a la sociedad nortemericana, la misma que reeligió a Bush para un segundo mandato, que el actual gobierno federal mueve antes los tanques para la guerra que las ambulaciones para socorrer a su propia ciudadanía damnificada. Es decir, que el ánimo preventivo de la administración vigente es más belicista hacia el exterior que solidario con quienes, a través de sus impuestos, sostienen el presupuesto nacional.

Es aún muy pronto para evaluar qué consecuencias se desprenderán del desaguisado de negligencia e incompetencia al que hemos podido asistir. En otro país acaso, tal exhibición de ineficacia hubiera devenido en algo más que en una simple comisión de investigación, suscrita y reclamada como gesto de falsa responsabilidad por el máximo representante de la nación.

Por muy poderoso que sea un país, algo muy elemental ha de fallar en el sistema que lo rige para que tres de sus estados hayan soportado, como si pertenecieran a la órbita del tercer mundo, tan descomedido alarde de ineptitud en una operación solidaria y urgente de prevención y socorro. Nueva Orleans y el resto de ciudades arrasadas van a conformar, bajo el síndrome del Katrina, una primera llamada de alarma sobre la escasa consistencia en que se asienta el gran gigante.

No hay sociedad, por mucho que se base en el arrebatado espíritu competidor y agresivo de conquistar poder y bienestar desde el ámbito de gestión privado, que pueda encarar su porvenir sin una sólida salvaguardia social de la iniciativa pública, tan desestimada por la concepción empresarial norteamericana.

Mientras se desconoce aún el número total de víctimas, cuyos cadáveres empezarán a aflorar por centenares un día de estos, cuando se despejen por fin la aguas -con el consiguiente impacto en la opinión pública-, el gran imperio ha tenido que recurrir -tarde también y como con vergüenza- a la ayuda internacional.

A USA, capaz de mover ejércitos por una mentira, le han fallado los pies sobre los que se ha de sostener la verdadera fortaleza de un país seguro de su futuro: el soporte de compromiso social que nunca ha de menoscabar una administración que se precie y que Bush ha hecho y está haciendo hasta el abuso.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues has dado en la clave, los negros pobres no pagan impuestos, casi todos son demócratas y su estado cuenta poco en las presidenciales.

De todas maneras, a los alojados en el Superdome el huracán les va a venir muy bien, eso es lo que dice lady Bush, ya que eran indigentes sin casa y ahora los realojarán, no hay mal que por bien no venga... Así reviente la compasión neocons y quienes la profesan

Anónimo dijo...

No es ninguna exageración acusar de racistas a una sociedad o a un Estado que permite relacionar pobreza con negritud. (Valga este comentario para los dos artículo de hoy)

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