miércoles, 13 de julio de 2005

Arde la Estrella

Celestina Tenerías

Si nadie que tenga un poco de corazón y lo haya aireado en los bosques de la península puede pasar por alto la furia de las llamas, esa sensibilidad se conduele aún mucho más cuando lo que arde es un paisaje adentrado en la memoria de nuestros caminos. Es lo que me ocurre ahora con la Serra da Estrela portuguesa y lo que me pasó no hace más de un mes con las Quilamas salmantina. Tal parece que el fuego persigue últimamente algunos de mis horizontes umbríos más queridos.

Cinco días lleva ardiendo el Parque Natural de la Serra da Estrela, en la zona norte del vecino país, limítrofe con Salamanca. La dificultad de los accesos y la falta de puntos de agua están haciendo especialmente arduo el empeño de acabar con las llamas. Da pavor observar las imágenes que llegan a través de televisión. Están ardiendo decenas de hectáreas de floresta protegida y se contabilizan hasta 16 incendios activos en varios distritos portugueses.

Leo una información de Europa Press en la que se da cuenta de la participación en las labores de extinción de centenares de bomberos, una veintena de vehículos aéreos y varios centenares de camiones cisterna. No se tiene constancia, según esa noticia despachada en Lisboa, de la presencia de medios españoles cooperando en esos trabajos. De ser así, y dada la magnitud del siniestro y su proximidad con la comunidad castellano-leonesa, habría que acusar a nuestras autoridades de una grave falta de negligencia.

Arde la Estrella y en mi pecho crece el desasosiego ante el avance inmisericorde de esa danza flameante y devastadora de las llamas. En sus trochas, por entre la densa y fresca arboleda de una primavera inolvidable, aprendió mi hija de muy niña el canto y el nombre de los primeros pájaros. En la diferencia y diversidad de sus colores y sus vuelos prendió la semilla de su vocación por la Naturaleza que algún día dará amor y razón a su vida.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Con cada bosque que arde se pierde una parte de la vida de nuestros hijos. Gracias por esas palabras.

Anónimo dijo...

Los árboles que se queman reducen la respiración del mundo.

Anónimo dijo...

Dios le dé futuro a esa hija.

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