Félix Población
Como todo el mundo sabe, don José María Aznar ejerce de profesor universitario en Estados Unidos. Allí, de vez en cuando, algún periódico le entrevista y nuestro ex presidente aprovecha la ocasión para elaborar un titular que le dé protagonismo. Esto es algo que cualquier político aprende en cuanto se estrena en el oficio y que debe cultivar con redoblado afán si no ha desistido de la tentación de volver a ejercerlo.
El paso del tiempo, sin embargo, va menguando la talla noticiosa de quienes se retiraron del poder, al margen de sus apetencias personales por reconquistarlo. Esto se nota en la decreciente entidad de los medios que recogen las manifestaciones del señor Aznar. El último ha sido el diario El Nuevo Herald, en el que don José María no se ha expresado esta vez en la dura línea ideológica neoconservadora a que nos tiene acostumbrados. Tampoco se ha permitido uno de sus reiterados y excesivos abusos críticos contra el gobierno de España, al que debería guardar un cierto respeto fuera de su país.
En esta ocasión, don José María se ha glorificado como hombre de letras ante el éxito comercial de su libro-balance como presidente de la nación: Soy un escritor de éxito -ha dicho sin vacilar en el aserto de su nueva profesionalidad y la incuestionable comprobación mercantil de sus laureles -, pero no aspiro al Premio Nobel.
Tiene uno la sensación, cada vez que nuestro ex presidente abre la boca, de que la búsqueda de esos titulares con los que pretende salir de la sombra de la actualidad están dando un reflejo cabal de su persona, donde la simpleza y el engreimiento se suman a la animosidad y el despecho. El señor Aznar debería desistir de ese empeño y ajustarse a la respetable conformidad de su papel como político prejubilado.
Lo más triste de la entrevista, sin embargo, se reflejó en el cuestionario rápido a que le sometió el redactor. Para don José María, al día de hoy, si se le pregunta por un amigo dirá que es una ventana. La cosificación de ese sentimiento afectivo se podría interpretar de dos maneras: Acaso el señor Aznar purgue desengaños sobre el particular. Quizá se escude en la metáfora para expresar su soledad reflexiva. En todo caso es aconsejable que la ventana le muestre que fuera de España, cuando se critique al gobierno que la rige, hay que mostrar una mayor consideración.
6 comentarios:
Al señor Aznar le está faltando dignidad, simplemente, y eso ya lo piensa hasta gente de su partido.
Debería cuidarse el señor Aznar, esa megalomanía, esa soberbia. Su ascenso al poder le pilló sin madurez para asumirlo y para perderlo. Lo que no puede España es prestar atención a su comportamiento.
Pues yo casi estoy por asegurar que además de Fraga también Aznar va a soltar alguna perla sobre los matromonios entre homosexuales antes del 18-J. ¿Habrá pancartas excepción también en Madrid?
Cada vez que habla Aznar, desde que se fue de la Moncloa, es como si abundara en el triste fina de su mandato, muy lejos del primer presidente, el de la primera legislatura. Está visto que el poder no sienta bien a la larga ni después de dejarlo. Un saludo sueco.
¿Dirá algo Aznar después de la debacle del domingo en Galicia? ¿Que no va a darse la dabacle? Para mí que sí.
Dejad a Aznar en paz, que habla pero que no se le oiga. A los medios deberían llamarle la atención otras voces con más fundamento
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