Para quienes no tenemos la oportunidad de conocerla pero sí tenemos constancia de la razón y el corazón que pone en todas sus intervenciones, Irene Montero está desde que se asomó a la vida pública entre las jóvenes realidades sobresalientes de la nueva política, cuajadas a base de pujanza intelectual, sentimiento herido por la realidad vigente y un denodado afán de lucha por un país más digno. Se suma con esa personalidad, por lo tanto, al carisma político de aquellas mujeres que más impronta han dejado en la historia por la emancipación social en España. La imagen tomada al instante de escuchar la sucia alusión del portavoz del Partido Popular a su relación con Pablo Iglesias, no denota la indignación que podría haber ocasionado con todo derecho y naturalidad. Antes bien, Montero no pudo contener un sentimiento de tristeza, subrayado por la humedad de sus ojos. Teniendo esa capacidad para la aflicción ante tamaño desatino y teniendo -como nos demuestra cada día- esa combatividad y fortaleza dialéctica para la refriega política, estamos ante una mujer de singularidad descollante dentro del parlamentarismo español, destacada en los comentarios de los más avezados y agudos analistas políticos.- Lazarillo
Juan Carlos Monedero
Decía una pancarta del 15M: ¡Qué largo se me está haciendo el
franquismo! Con la moción de censura, la Transición ha dado su última
boqueada y el régimen político nacido de la Constitución del 78 ha
brindado sus últimos objetivos militares. El discurso de la
plurinacionalidad, que Podemos ha puesto por toda la geografía española
–no solamente en Euskadi o Catalunya-, no puede frenarse con los
chascarrillos decimonónicos de Rajoy, desbordado por la fuerza de
Montero e Iglesias. La intervención machista de Rafael Hernando,
queriendo ningunear a Irene Montero con comentarios que, en el fondo,
eran una queja por la infinita superioridad de la joven política
madrileña, es el colofón de una época en blanco y negro cuyo tiempo ya
no es el tiempo de España. Por primera vez en mucho tiempo, se
han escuchado en el Parlamento discursos de altura que han opacada los
viejos discursos. España, después de la moción de censura, es un poco
menos diferente.
El 15M marcó un nuevo eje en la política española. A partir
de ese momento, el tradicional continuum “derecha-izquierda” ya no
servía. Si el PP era la derecha y el PSOE era la izquierda,
pero los dos estaban de acuerdo en las grandes políticas de estado
–monarquía, reforma del artículo 135, austeridad en la UE, idea de
España, reforma de las pensiones y la jubilación, papel del Banco de
España, reformas laborales-, había algo que ya no podía explicarse desde
esas categorías.
Cuando los jóvenes tomaron las calles y las plazas, , los partidos
políticos, como dijo El Roto , súbitamente envejecieron. Entonces, el
eje “nuevo-viejo” pasó a ser esencial. El lema del 15M “PSOE-PP la misma
mierda es” expresaba -si bien es cierto que con trazo grueso- esa
percepción de “viejo” de los dos principales partidos por parte de un
sector creciente de la ciudadanía. Cuando nació Podemos, que el PSOE estaba en lo viejo era incuestionable,
y algunos debates televisivos de sus líderes con Rubalcaba, Alfonso
Guerra, José Bono o Pedro Sánchez dejaron muy clara esa condición rancia
de todo el espectro generacional de la dirigencia del PSOE. En el nuevo
eje, “enfrente” marcaba la categoría del futuro político. Lo sabían
hasta las bases del PSOE. Pero no lo sabía la vieja guardia socialista.
Ciudadanos, que venía de ser muy de derechas en Catalunya, se reinventó en el espacio de lo nuevo.
Pero su apoyo a lo más rancio y corrupto de lo viejo –el PP de
Cifuentes o Murcia o el PSOE de Andalucía- le ha limitado al espacio de
escoba recogedora del mayor o menor bochorno que despierte el PP entre
sus votantes. Y no es descartable que una nueva oleada de dirigente
jóvenes del PP –algo que los veteranos del lugar intentan que no ocurra-
arrumbe a Ciudadanos a un lugar marginal. Si nació para ser muleta y no soporta, tendrá la misma suerte que UPYD.
Rivera solo tiene un hueco si el PP se equivoca y, repitiendo el
comportamiento del PRI en México, decide confiar solamente en sus
experimentados políticos de cartón piedra que viven de los 9,5 millones
de españoles mayores de 65 años y de las redes clientelares que puedan
sostener con dinero robado.
Sánchez ha tenido una segunda oportunidad. No
vamos a recrearnos en su itinerario. Llegó a la Secretaría General del
PSOE, por obediente, para frenar a Eduardo Madina. Hizo lo que le
mandaron –como siempre había hecho: fue firmante de la reforma del
artículo 135- hasta que, buen discípulo de las enseñanzas aprendidas en
las Juventudes Socialistas, decidió presentarse a candidato electoral
sin pedir permiso a Susana Díaz porque quería prosperar y porque es un
profesional de la política. El aparato se le puso enfrente y lo fulminó
con ayuda de los medios, especialmente del grupo PRISA. Pero la vida te
da sorpresas y regresó con un discurso socialdemócrata pre Blair y
Schröder –es decir, pre tercera vía- que derrotó a Susana Díaz, a Felipe
González, a Rubalcaba, a Cebrián y a los tartufos del PSOE como Antonio
Hernando o César Luena. Incluso dijo que Catalunya es una nación.
José Luis Ábalos expresó, como nuevo portavoz provisional, que hay un nuevo PSOE. Y Pablo Iglesias cogió ese guante.
El diagnóstico de la corrupción parecía una copia del argumentario de
Podemos. La única confrontación fue un documento interno de Podemos
donde se dice que hay que seguir trabajando para ser más fuerte que el
PSOE. Hay algunos sansirolés que piensan que Podemos debía haber escrito
un documento interno diciendo que lo que tenía que hacer la formación
morada a partir de ahora es todo lo posible para debilitarse y ayudar al
PSOE a su pronta recuperación. Claro, de la misma manera que los
documentos estratégicos del PSOE recomiendan reforzar en todo lo posible
a Podemos y decir día si y día también cosas lindas del político de la
coleta. Dejando de lado esa simpleza, amplificada por esos medios que
tienen que salir al paso de la victoria de Podemos en la moción, no
expresó el “nuevo PSOE” diferencias sustanciales en la economía. Yendo
más allá, según Ábalos, Ciudadanos es enemigo de las políticas sociales.
Eso ha sido un paso de gigante. Porque si no pudo
haber acuerdo para hacer gobierno con Sánchez, es porque la gestora del
PSOE decidió pactar el programa económico con Ciudadanos y no con
Podemos. Si el nuevo PSOE ha cambiado de parecer y es sincero, se abren las puertas a un nuevo gobierno.
Queda el reto de la plurinacionalidad. Si bien Sánchez ganó
gracias a ese discurso, su primer acto tras la victoria fue reunirse con
Rajoy para reforzarle en su contencioso con la Generalitat. De
la misma manera, el discurso de Ábalos negó que Catalunya sea una
nación –a no ser que simplemente se esté jugando con las palabras-, lo
que le genera la primera gran vía de agua con los electores que le
auparon. ¿Tendrán que ir los militantes que dieron la victoria a Sánchez a Ferraz a gritarle ¡No nos falles!?
Sánchez puede llevar al PSOE a lo nuevo y empezar a preparar una nueva
moción de censura para después del verano o ser rehén de sus
contradicciones y volver a la confusión buscando nuevas elecciones que
le permitan ser otra vez diputado. Malbaratará entonces esta segunda
oportunidad que le han dado militantes heroicos y mantendrá entonces a
un PSOE moribundo con respiración asistida por la vieja política.
Podemos ha logrado sus objetivos con la moción de censura. Ha demostrado que hay una nueva España que no tiene oído musical para las mentiras del PP y ha
dejado claro que el tiempo de Rajoy ya no es el tiempo de España.
Enfrente, Pablo Iglesias aparece como un posible Presidente -ahora sí-
conectado con la España emergente. Con la moción de censura, el
Parlamento se ha parecido un poco más a la España real que no puede
soportar más el hedor de la corrupción y la manipulación de jueces y
fiscales. Ha demostrado que Rajoy no tiene una mayoría que le
sostenga en el Parlamento, ha metido las fechorías del PP en el diario
de sesiones y ha demostrado que la era Rajoy pasará a la historia como
la época de la corrupción. Al tiempo, ha demostrado que buena
parte de nuestros problemas económicos tienen que ver con un modelo
económico que se basa en la corrupción, poniendo como ejemplo en
contrario las brillantes gestiones de alcaldesas como Manuela Carmena o Ada Colau.
Ha brindado al PSOE la posibilidad de que se renueve desde la
izquierda. De haberse consolidado el gobierno con Ciudadanos, el PSOE
sería una muleta de la vieja política y, además, con la dimisión de
Rajoy el PP hubiera dado por cerradas las responsabilidades por
corrupción que ahora están saliendo. Igualmente, Podemos ha
demostrado que su nueva portavoz es brillante, sincera y capaz, algo que
muchos pusieron en duda después de Vistalegre 2, al tiempo que le ha
permitido a Pablo Iglesias ocupar un papel más sosegado al no
tener que hacerse cargo también de la impugnación como le venía
ocurriendo. Por último, si Podemos tenía un déficit desde una mirada
feminista, Irene Montero ha concitado el apoyo unánime del
feminismo, de la misma manera que lanza un mensaje de esperanza a los
jóvenes a los que el PP ha cerrado la puerta.
La moción de censura ha firmado el finiquito de la
Transición, justo cuando se cumplen 40 años después de las primeras
elecciones del 77. Hay una España esperando gobernar de manera
diferente, una España plurinacional, internacionalista y fraternal,
feminista, rejuvenecida, recuperadora de los mejores diálogos de esta
etapa -rotos por el PP-, sin miedo y dispuesta a enfrentar los retos que
amenazan a la democracia en España, en Europa y en el mundo y que con
el PP o Ciudadanos están condenadas a quedarse en la estación viendo
cómo se marchan todos los trenes.
DdA, XIV/3562
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