Félix Población
Lo que ayer pudieron
ver quienes siguieron íntegramente el debate a tres en la sede de Ferraz -habría
que saber qué número entre los militantes del PSOE-, augura lo que vengo
diciendo repetidamente desde el derrocamiento de Pedro Sánchez el pasado 1 de octubre
en ese mismo escenario: este Partido Socialista no tiene arreglo porque el
grado de enconamiento entre la candidata del aparato y quien fuera secretario
general se hizo ayer bien evidente.
Para quienes venimos observando la decadencia
del PSOE desde hace muchos años, con aquella segunda legislatura de Zapatero tan
lamentable que puso fin al repunte esperanzador de 2004, el espectáculo
ofrecido ayer a la militancia y a los votantes del partido supera en indicios
de fractura o rompimiento todo lo previsible, por lo que es muy probable que
haya hecho mucho más daño que bien a la imagen del partido.
En lugar de
transparencia y buen ánimo de debate, a fin de participar a los militantes lo
que cada uno ofrece con su candidatura a la secretaría general del Partido
Socialista, lo que primó sobre todo entre quienes más posibilidades tienen de
serlo –Díaz y Sánchez- fue una pugna de mutua aversión y reproches recíprocos
en la que ni siquiera una y otro se dirigieron la mirada, como si cada cual
quisiera evitar encontrarse con la cara de su adversario.
Mucho más entero en
sus argumentos se mostró el ex secretario general, al que las encuestas dieron
por vencedor al término del envite. La baronesa andalusí, por su parte, pudo
haber defraudado incluso a sus partidarios, hasta el punto de hacer
inconcebible que una persona de tan corto alcance dialéctico tenga la ambición
de liderar al histórico partido mediante tan estereotipado y cínico engarce
de tópicos y censuras de parvulario. Para colofón tuvo doña Susana la desventurada ocurrencia de
diagnosticar el estado de su partido con la sandez “el PSOE está malito”, de la que
enseguida las redes sociales hicieron burla y befa, como no podía ser de otro modo.
Dicen los analistas que el tornadizo Patxi -los tres lo son, como el partido que representan- salió bastante airoso del tenso debate entre
sus otros dos compañeros, pero también tuvo en su haber un afán que no tiene
sentido en los tiempos que corren: “Mi objetivo es ganar al Partido Popular, no
pactar con Podemos”. Eso no puede ser con el PSOE que queda, señor López, el mismo
que hizo posible hace seis años la floración del 15-M. El país es otro porque
el bipartidismo en el que el PSOE sesteó hizo que la gente saliera a las calles
y a las plazas para gritar aquello de “no, que no, que no nos representan”.
La
imagen ofrecida ayer por los tres candidatos a liderar ese partido demuestra hasta
qué punto el Partido Socialista, más que malito, está en la agonía previa a su
ruptura, venza la baronesa con la ayuda de López, o venza Sánchez.
DdA, XIV/3537
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