miércoles, 11 de septiembre de 2013

LAS GAFAS DE ALLENDE REABREN LAS DUDAS SOBRE LA CAUSA DE SU MUERTE*

Félix Población

Los lentes expuestos en el Museo Histórico Nacional de Chile no son aquellos que el general que comandó hace 40 años el asalto al palacio de La Moneda declaró haber encontrado en el salón Independencia, a los pies del cadáver del presidente Salvador Allende. Esta es la tesis del trabajo de investigación recientemente publicado por el doctor español Julián Aceitero Gómez y el profesor y ensayista chileno Hermes H. Benítez, autor del libro Las muertes de Salvador Allende, publicado y reeditado hace unos años en su país con notable éxito. Según ese estudio, pormenorizadamente documentado, tampoco esos lentes son los que Allende usara el 11 de septiembre de 1973 mientras inspeccionaba el viejo edificio de Toesca para preparar su defensa. 

Es de destacar que dos artículos anteriores del médico cordobés Julián Aceitero fueron incorporados por el abogado querellante en la Causa Rol nº 77/2011 abierta para la determinación judicial de la causa de la muerte del presidente chileno. En el artículo al que aquí se hace referencia, titulado Lo que los lentes de Allende nos permiten ver, se afirma que en la reciente investigación judicial, aquellos lentes fueron sometidos a diversas pericias para determinar antecedentes médicos legales que esclareciesen la causa de la muerte de Allende, sin existir, paradójicamente, una pericia previa  que hubiera determinado que los mismos le pertenecieron. Es además digno de resaltar que, cuando esa pericia fue solicitada explícitamente al instructor del sumario (según consta en el informe correspondiente de una pericia ya hecha), éste no dispuso que fuera realizada. 

La posibilidad de que los lentes expuestos sean los que el general Javier Palacios declaró haber encontrado a los pies del cadáver de Allende, es descartada porque existe constancia sumarial de que esos anteojos estaban en poder del general que los encontró en la Dirección de Inteligencia Militar, cuando los hoy expuestos en el museo citado fueron hallados por Silva Jaraquemada, los días 16 o 17 de septiembre de 1973, mientras bajaba la escalera de caracol que conduce al primer piso de La Moneda. La salida está a la altura del nº 80 de la calle Morandé, la misma por la que 5 o 6 días antes un grupo de soldados y bomberos bajó el cadáver del presidente Allende en una camilla militar. Concretamente -afirman el doctor Aceitero y Hermes H. Benítez en su trabajo-, el 20 de diciembre de 1973 los lentes que el general declaró haber encontrado a los pies del cadáver de Allende en el Salón Independencia estaban en la Dirección de Inteligencia Militar, mientras que aquellos que la Sra. Silva recogió al bajar aquella escalera, se encontraban guardados dentro de una caja metálica, en un closet de su departamento, donde permanecieron hasta que los donó en 1996 al Museo Histórico Nacional. 

Una de las pericias practicadas a los lentes expuestos, además, determinó que tienen un poder dióptrico de +2,75, con los que su usuario corregiría una hipermetropía, lo que descarta que fueran usados aquel trágico día por el presidente Allende, que era miope. Si entonces los hubiera llevado puestos, su visión lejana borrosa, característica de la miopía, no solo no hubiera sido corregida, sino que, por el contrario, se habría incrementado. 

Dos objetivos se pretenden denunciar con el artículo de ambos autores, según me comenta Hermes H. Benítez desde Canadá, en cuya Universidad de Alberta se doctoró en Filosofía de la Educación. Por un lado, que la famosa Investigación Judicial de la Muerte de Allende contiene serias fallas y errores de interpretación textual y forense, que hacen que sus conclusiones finales carezcan de suficiente credibilidad  como para que se pueda aceptar que haya resuelto, "más allá de toda duda", los principales enigmas del caso.  Por otro, servir de apoyo a la tarea de los abogados que aún se encuentran batallando para que se reabra la investigación judicial y permita que se incorporen a los procesos una serie de antecedentes forenses que fueron descartados a priori por el Juez Mario Carroza, entre otros, aquellos descubiertos en las investigaciones meta-forenses  hechas por el doctor Luis Ravanal, que analizó la única autopsia efectuada al cadáver de Salvador Allende y planteó la posibilidad de que el presidente de la Unidad Popular podría haber sido asesinado. 

 "Tengo el derecho a tener buena vista detrás de los anteojos", dijo Salvador Allende en un discurso pronunciado en 1972 en la Universidad de Concepción. Su vida y ejemplo tienen también el derecho a que se sepa la verdadera razón de su muerte. 

 *Artículo publicado hoy también en Público.es 

DdA, X/2.480

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre pensé que fue asesinado, pero eso mejora la inmejorable imagane que de Allende tenemos muchos, por eso quizá convenga decir que se suicidó a quienes no tienen esa imagen. Observan qué pocos políticos actuales tienen un recuerdo para la memoria de Allende.

Tagores dijo...

El causante del crimen del presidente Allende fue el general Javier Palacios, ya que fue el que ingresó al recinto con un pelotón de militares, enfrentamiento que ocurrió en el patio para después de unas horas decidir llevarlo a un salón, donde le pusieron la metralleta personal bajo el mentón y que gatillaron para simular el NEFANDO CRIMEN. Curios, inmediatamente después dle magnicidio, el general Palacios fue derivado en comisión de servicio a Sudáfríca con toda su familia, regresando años después. Pero se ha preferido decir que fue suicidio, dado que no se quería enlodar a la INSTITUCIÓN de las Fuerzas Armadas... Y los médicos que estuvieron presentes, fueron conminados a decir que fue suicidio, so pena de la respectiva venganza.

Aryentain dijo...

Buen día

Allende se suicidó. No soportó la visión de un baño de sangre en Chile ni quiso entregarle al enemigo el principal trofeo de su triunfo: un hombre íntego pero vencido.

Hay que ser muy digno y muy valiente para eso.

Pero el suicidio de Allende también simboliza las taras de una izquierda que solo sabe defenderse y carece de ideas ofensivas.

O, mejor dicho, no pasa a la ofensiva porque eso no está en sus planes.

El reformismo de izquierda puede definirse como la idea de que es posible coexistir con el enemigo.

El gobierno de Allende dejó intacta la fuente principal del poder burgués: las fuerzas armadas. Obstinadamente se negó a desmantelarlas y refundarlas, cuando eso debió haber sido la medida número 0, a tomar un segundo después del juramento.

Si había llegado a la presidencia con la constitución y las leyes burguesas del capitalismo periférico chileno, la tarea número uno era anular esa constitución, llamar a una constituyente y mientras tanto tomar medidas muy drásticas para consolidar el poder.

No lo votaron para que hiciera buena letra ni para que honrara promesas que él por su cuenta, y por su reformismo, le hizo a la clase dominante chilena.

No tuvo valor para pasar a la historia como el más grande traidor a la burguesía y sus leyes, y así perdió la oportunidad de ser el líder de la revolución socialista en Chile.

El resultado lo hemos visto todos.

Hasta luego

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