sábado, 6 de abril de 2013

LA IGLESIA CATÓLICA CONTRA EN EL FANTASMA DE GALILEO (1)*


Hermes H. Benítez, M.A.; Ph.D., University of Alberta, Canadá.

«… no espero ninguna mejoría [en mi situación], y esto porque no he cometido ningún crímen. Podría esperar perdón y favor si hubiera hecho mal, pues las malas acciones dan a los que mandan ocasión para el ejercicio de la clemencia y el perdón, mientras que hacia un hombre inocente bajo condena les conviene mantener la más complete severidad, con el fin de mostrar que ellos han procedido de acuerdo con la ley.» Galileo a Fabri von Peiresc, 21 de febrero de 1635.                                                                                                   
La historia del conflicto entre la Iglesia Católica y Galileo, y en general entre esta vetusta institución y la ciencia moderna, constituye un drama complejo y fascinante, que cubre ya más de tres siglos y medio, lo que lo hace, por cierto, inabarcable en el limitado espacio de un ensayo, o incluso en el de varios libros (1). Sin embargo, es posible llegar a formarse una idea bastante certera de la esencia y carácter general de esta conflictiva relación, a partir del relato de tres de sus episodios más recientes, los que tuvieron lugar en los últimos casi tres cuartos de siglo, es decir durante la vida de quien escribe. A continuación procederemos a relatar y examinar separadamente, en orden cronológico, cada uno de estos episodios: 1. El así llamado “Escándalo Paschini,” (1941-1979); 2. La supuesta “rehabilitación de Galileo” por parte de la Iglesia católica (1979-1992) y 3. El anuncio, y posterior retractación de la Iglesia, de que se levantaría una estatua de Galileo en los jardines vaticanos (2008-2009).
Para ser más precisos, estos episodios abarcan en conjunto exactamente 70 años, que van desde 1941 al 2009, y tuvieron lugar durante los pontificados de tres Papas: Pío XII, Juan Pablo II, y Benedicto XVI (2). Es, por cierto, altamente significativo que a pesar de que estos hechos se dieron bajo tres diferentes pontífices en los momentos en que se producían en el mundo una serie de acontecimientos de gran importancia histórica: la Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, el Concilio Vaticano II, el inicio de las eras atómica y espacial, así como la introducción masiva de las tecnologías de comunicación electrónica, etc. la Iglesia, como mostraremos en las páginas siguientes, haya mantenido esencialmente la misma posición, tanto hacia la ciencia en general como hacia uno de sus más grandes héroes y padres fundadores: el físico, astrónomo y matemático pisano Galileo Galilei.

1. El “Escándalo Paschini” (1941-1979)

«Ciertamente yo no podría, con el fin de complacer a aquellos que tienen intereses creados, falsificar los resultados de mi investigación. …. porque uno debe tener el coraje de decir la verdad incluso cuando ella resulta ser amarga»
Pío Paschini, carta a su amigo Giuseppe Vale. 1946
El primer episodio, al que nos referiremos aquí, aún escasamente conocido, tanto en el mundo anglosajón como en el de habla hispana, es lo que ha sido denominado por algunos críticos de la Iglesia como “el escándalo Paschini”, y cuyos principales hechos son los siguientes: al acercarse la fecha de conmemoración  de los 300 años de la muerte de Galileo (ocurrida en Arcetri el 8 de enero de 1642), la Pontificia Academia de las Ciencias del Vaticano decidió comisionar a Monseñor Pío Paschini (Tolmezzo, 1878-1962), un especialista en historia de la Iglesia y presidente de la Universidad Laterana, para que escribiera un libro acerca de la vida y obra del gran científico toscano.
Tal como se anticipaba en un artículo escrito por el presidente de la Pontificia Academia de las Ciencias  y simultáneamente de la Universidad Católica de Milán, el cura franciscano Agostino Gemelli, publicado en diciembre de 1941 en el periódico vaticano L`Osservatore Romano: “el volumen proyectado sería una efectiva prueba de que la Iglesia no persiguió(?) a Galileo, sino que lo ayudó considerablemente en sus estudios. No será un libro apologético de la Iglesia, porque esta no es la tarea de los estudiosos, sino un estudio histórico y erudito de los documentos existentes sobre el caso” (3). O, como lo señalara  el propio Paschini, en una carta de mayo de 1946 dirigida al Secretario del Estado Vaticano, Giovambattista  Montini, donde le cuenta que  Gemelli le había manifestado que lo que la Iglesia quería “era una contribución a la clarificación de la vida y actividades científicas de Galileo que estuviera lejos de las preconcepciones de cualquier partido, es decir, imparcial hacia todo interés sectario o ideológico” (4).
En enero de 1945, después de más de tres años de intenso trabajo, el laborioso Paschini consiguió dar término a su biografía, en dos volúmenes, del gran científico toscano, a la que tituló: Vita e opere di Galileo Galilei. Como disciplinado intelectual y cura católico que era, sometió su texto a la consideración del organismo censor de la Iglesia con el fin de obtener el imprimatur, es decir, la autorización oficial de publicación (5). Sorprendentemente, luego de ser larga y detenidamente examinada por consultores de la Pontificia Academia de las Ciencias, del Observatorio Astronómico Vaticano y,  por cierto, del Santo Oficio (actualmente denominado Congregación para la Doctrina de la Fe), la erudita obra de Paschini fue rechazada, por ser considerada como “non oportuna”, y como no recommendable, nada menos que por ser muy favorable a Galileo, y demasiado crítica de la conducta de la Iglesia, en especial del papel jugado por los jesuitas en el famoso “affair”.      
Luego de varios intentos frustrados de conseguir que la Iglesia autorizara la publicación no censurada de su libro, Monseñor Paschini fallece, en diciembre de 1962, sin haber conseguido realizar su propósito de verlo finalmente editado. Con posterioridad a la muerte de su autor, sus ejecutores testamentarios se pusieron en movimiento con el fin de poder publicar postumamente aquella obra, sin llegar a lograrlo. Será sólo dos años más tarde, al cumplirse en 1964 los cuatro siglos del nacimiento del científico toscano, y veinte años después de haber sido escrita, a las puertas del Concilio Vaticano II, que la Iglesia decidirá, por fin, poner la Vita e Opere di Galileo Galilei al alcance de la curia y de los estudiosos del tema. Lo hará bajo el patrocinio oficial de la Pontificia Academia de las Ciencias, quedando su publicación a cargo del cura belga Edmond Lamalle, archivista del Archum Romanum, de la Compañía de Jesús en Roma. Sin embargo, el texto del libro editado por Lamalle devergiría considerablemente de los  originales redactados por Monseñor Paschini a fines de la Segunda Guerra Mundial.
Pero esto no llegaría a saberse sino 14 años después de su publicación, cuando, en 1978, el especialista Pietro Bertolla procederá a cotejar el manuscrito original del libro de Paschini con la versión editada por Lamalle, descubriendo que esta última presentaba tal cantidad de cambios, enmiendas y correcciones, que en realidad constituía una flagrante falsificación de lo escrito por su autor. Como lo describiera el influyente historiador de la ciencia Richard J. Blackwell:
“Al manuscrito [original] se le hicieron varios cientos de modificaciones, tanto en el cuerpo de la obra como en sus notas, las que iban desde sustituciones relativamente triviales de una sola palabra, hasta reversiones completas del sentido del texto. Pasajes enteros fueron eliminados, otros agregados, y otros reemplazados; el enfoque interpretativo general del libro fue revertido [por Lamalle] a una visión menos favorable a Galileo y más favorable a la Iglesia y a los jesuitas. …Esta no sólo fue una adulteración en gran escala de la obra de Paschini… sino simplemente una falsificación” (6).
Pero el cura Lamalle no se limitaría a desvirtuar y adulterar el espíritu y la letra del libro de Paschini, sino que, además, procedería a ocultar sus propósitos censores y la magnitud y carácter de su intervención en el texto de los originales de aquél. Así lo delata la “Nota introduttiva all’opera”, escrita por Lamalle, en la que declara con todo desparpajo que los cambios hechos por él, tanto en el texto como en las notas del libro, habrían sido “deliberadamente muy moderados, limitandose a algunas correcciones que nos parecieron necesarias, y a una puesta al día de carácter menor de su bibliografía” (7).
Por cierto, no se necesita ser especialmente astuto para comprender que el cura Lamalle no desvirtuó, censuró y  falsificó el libro de Monseñor Paschini por simple capricho o celo personal, sino cumpliendo órdenes expresas de sus superiores jerárquicos, como necesariamente ha de ocurrir en toda institución autoritaria y verticalista. Además, el hecho mismo de que nadie dentro de la Iglesia haya denunciado, ni tampoco castigado, al falsificador, una vez puesta en evidencia su dolosa acción, está mostrando que la deleznable conducta del jesuita Lamalle no fue consecuencia de una hostilidad puramente personal suya hacia Paschini, sino el resultado del antigalileismo sistémico de aquella institución.
Pero lo más significativo, porque delata el viejo empecinamiento censor de la Iglesia, es que hasta hoy la Vita e Opere di Galileo Galilei, en su texto original, es decir, no adulterado, no ha sido nunca publicada por la Academia de las Ciencias, ni por ninguna otra institución laica o casa editorial. De manera que las tres ediciones del libro de Paschini publicadas hasta hoy, esto es, las dos de la Pontificia Academia de las Ciencias, de 1964, y la de la editorial Herder, de 1965, que continúan a la venta, no son otra cosa que tres distintas versiones impresas de la misma falsificación.
No cabe duda que la publicación de una edición no adulterada del libro de Pío Paschini por parte de la Academia Pontificia de las Ciencias hubiera sido una inmejorable oportunidad para que la Iglesia demostrara mediante un hecho, y no solo con palabras, su supuestamente positiva disposición contemporánea hacia la figura de Galileo, pero que aquel organismo de la Iglesia haya dejado pasar dicha oportunidad es sintomático, y una demostración más, de sus verdaderos sentimientos hacia Galileo y su obra científica.    
¿Llegará la Iglesia católica a publicar alguna vez el original no adulterado de la Vida y Obra de Galileo Galilei? Es imposible saberlo, pero si esto no llegó a producirse durante el pontificado de Juan Pablo II, podrá imaginarse el lector lo difícil que es que tal cosa llegue a ocurrir bajo el pontificado de Benedicto XVI.              
He aquí, entonces, que al examinar con algún sentido crítico la historia de la publicación de aquella  biografía de Galileo especialmente encargada por la Iglesia a uno de sus más destacados intelectuales, con el fin de mostrar su buena disposición actual hacia el gran científico toscano y su obra, ha venido a confirmar, precisamente, su entero opuesto, es decir, el mal disimulado rechazo e intolerancia por parte de los sectores conservadores dominantes de esta milenaria institución hacia la figura y legado del gran científico toscano.

*Publicado originalmente en Iniciativa Laicista, No.6, marzo 2013. 

DdA, IX/2351 
 

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