MÁS SOBRE "PÚBLICO" Y LA NECESIDAD DE UN DIARIO DE IZQUIERDA

Félix Población

Después de una introducción en la que se analiza la manifestación de la llamada izquierda abertzale, que tuvo lugar el pasado domingo en Bilbao y que podemos pasar por alto, es muy interesante el debate ofrecido a través de La Tuerka sobre la posibilidad de que el diario Público pueda cerrar en las próximas semanas, de no hacer frente a la deuda de nueve millones de euros que la empresa debe pagar en ese plazo.

Es interesante porque (aparte de la información suministrada por los propios trabajadores del diario) no se limitan únicamente los intervenientes a exponer lo que ese rotativo ha significado desde su aparición en el otoño de 2007 en el panorama mediático español, sino porque además reflexionan sobre cuestiones tan fundamentales para la pluralidad informativa y la opinión pública en este país como la frustración o malogro, en las últimas décadas, de los pocos diarios con una orientación ideológica de izquierda que han querido o podido surgir.

Algunos de los asistentes, entre los que se cuentan varios profesores de Ciencias de la Información de varias universidades, lamentarían que un proyecto como Público -con la consolidación de audiencia que ha logrado en su corta vida- se viniera abajo sin intentar fórmulas cooperativas y de asociación con fundaciones, sociedades y capital externo que garantizasen su independencia crítica en el porvenir. Otros se muestran más pesimistas acerca de la permanencia del diario en los kioscos, quizá porque quienes pusieron en marcha el proyecto no lo entendieron con el grado de compromiso y profesionalidad requeridos.

¿Es que no hay en España cien mil personas capaces de dar cien euros para mantener un diario a la izquierda de todos los diarios de derecha existentes y que copan el panorama periodístico en este país?, se pregunta uno de los profesionales de la información asistentes. ¿Es que no se puede contar, para tan perentorio menester, con esos varios millones ciudadanos que votan a la izquierda en las urnas, ni con los que no votan porque no encuentran la izquierda que los represente?

Y toda esa pléyade de intelectuales, escritores, cineastas y artistas, cuyos nombres tan familiares nos son a todos a la hora de suscribir manifiestos, campañas y demás convocatorias reivindicativas de carácter progresista, ¿es que no podrían colaborar en efectivo en un proyecto de estas características, en lugar de limitarse a deplorar su carencia?