lunes, 6 de junio de 2011

HONOR A CRISTINO GARCÍA GRANDA, JEFE DE MAQUIS


Félix Población

El nuevo Diccionario Biográfico Español de la Real Academia de la Historia, presentado recientemente en Madrid, registra entre sus entradas más polémicas la que se refiere a los maquis como terroristas y bandoleros, tal como la dictadura franquista conceptuó a los guerrilleros republicanos que lucharon contra el franquismo en la posguerra y fueron perseguidos y exterminados por el viejo régimen. Tal interpretación supone, a estas alturas, según manifestó el historiador José Luis Ledesma al diario Público, un paso atrás en la historiografía, pues la resistencia que se dio en nuestro país fue la misma que hubo en Francia contra la invasión nazi, en opinión de Fernando Hernández, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, y a nadie se le ocurre allí emplear contra esos luchadores ese tipo de calificativos.

En el cementerio de Carabanchel de Madrid hay un columbario que lleva el nombre de Cristino García Granda, cuyas cenizas reposan junto a las de otros dos compañeros de lucha. Los tres, guerrilleros antifranquistas, fueron fusilados por la dictadura en 1946. Unos meses más tarde, por orden del general Olleris, jefe de la IX región militar de Francia, el citado fue distinguido a título póstumo con la Cruz de Guerra con estrella de plata. El texto que ilustra los méritos del homenajeado es así de elocuente: “Cristino García, teniente coronel, resistente de los primeros, dotado de un alto espíritu de organización y combate. Ha tenido bajo su mando las brigadas españolas de los departamentos de Lozère, Ardêche y Gard. Organizador del asalto a la prisión de Nimes, liberó a los detenidos políticos. Bajo sus órdenes se libró el combate al enemigo en La Madelaine y El Escrimet, haciendo en estas operaciones -dirigidas por un jefe excepcional y pese a la desproporción de fuerzas y material-, 1.300 prisioneros alemanes, con un total de 600 bajas entre muertos y heridos”.

Presidida por dos ministros, la entrega de la Cruz de Guerra a los compañeros de García Granda se celebró el 25 de marzo de 1947 en el velódromo de invierno de París con la asistencia de 25.000 personas. En esa ciudad y en varios municipios más de Francia, calles, plazas y hasta algún liceo llevan el nombre del combatiente. La enciclopedia ilustrada que se estudia en los colegios y donde figuran todas las glorias militares de Francia, desde Vercigetorix al general Leclerc, pasando por Napoleón y los mariscales Foch o Joseph Joffre, dedica un libro biográfico a Cristino García Granda. Canciones y poemas de autores franceses recuerdan al luchador, a quien también dedicaron versos Rafael Alberti y Jorge Semprún.

El guerrillero fue detenido en la Plaza de Mayor de Madrid el 18 de octubre de 1945, unos meses después de haber cruzado la frontera con once compañeros y tras realizar en la capital de España varios atracos. En el consejo de guerra celebrado el 22 de enero de 1946 se definió como patriota antifranquista: “Sé bien lo que me espera -dijo- pero declaro con orgullo que cien vidas que tuviera las pondría al servicio de la causa de mi pueblo y de mi patria”. También fue muy explícito ante los calificativos que entonces le dirigió el fiscal y ahora repite la Real Academia de la Historia: “El fiscal nos llama bandoleros. No lo somos. Los bandoleros son quienes nos acusan, quienes martirizan y matan de hambre al pueblo. Nosotros somos la vanguardia de la lucha del pueblo por la libertad. Este juicio es una farsa en la que se nos acusa de delitos que no hemos cometido. Pero tenéis prisa por deshaceros de nosotros. No queréis que el mundo vea nuestros cuerpos martirizados. Queréis ensuciar con este juicio el glorioso movimiento guerrillero”.

La ejecución de García Granda el 21 de febrero de 1946, junto a nueve de sus camaradas de lucha, fue condenada en Francia con ostensibles manifestaciones de indignación y protesta. La más llamativa fue la declaración suscrita por unanimidad por la Asamblea Nacional Constituyente, donde se afirma que los guerrilleros fueron fusilados por el odio a la libertad que habían defendido en Francia, y se invita al gobierno a romper con el régimen de Franco: “La Asamblea traduce la protesta de la conciencia francesa ante esta nueva aplicación de métodos de represión condenados por el mundo civilizado”.

Cristino García Granda nació en el concejo asturiano de Gozón en 1913. Tanto para él como para José Antonio Alonso Alcalde (el comandante Robert), otro destacado guerrillero antifranquista, viene reclamando la Federación Asturiana Memoria y República la concesión del título de Hijo Adoptivo de Asturias y la Medalla de Oro de la región, según solicitudes cursadas ante la Junta General del Principado y el gobierno de Asturias. El único homenaje rendido por el gobierno socialista español a quien es considerado héroe nacional en Francia por su lucha contra el nazi-fascismo, fue la inauguración por el ministro Jesús Caldera, en 2005, de un centro social para emigrantes en la localidad Saint Denis.

Se podría pensar, por la composición del nuevo gobierno regional entrante en Asturias -con Álvarez Cascos a la cabeza-, que esa demanda va a tener ahora menos posibilidades de éxito que las que tuvo con el ejecutivo anterior de Álvarez Areces. Lo que parece claro es que tal indiferencia o desconsideración hacia memoria democrática contrastan con el interés que campea entre quienes, pagados por el Estado, se empecinan en revivir la memoria franquista con calificativos denostadores contra quienes lucharon por la libertad. Honneur à Cristino García, chef de Maquis.

EL DESPRECIO DE LUIS SUÁREZ A LA DEMOCRACIA

Gracias a las varias publicaciones que la Hermandad del Valle de los Caídos edita y difunde, nos hemos enterado de que Luis Suárez, el historiador que ha suscrito el panegírico de Franco en el diccionario de la Real Academia de la Historia, desprecia la democracia. No es que don Luis la desprecie porque haya escrito la susodicha entrada y tal apreciación se colija de quien elogia al extinto dictador, sino que el señor Suárez formula textualmente ese juicio en una de las revistas de la citada Hermandad, Altar Mayor.

En esa publicación se puede espigar también el currículo de méritos que avala el proceder ideológico del autor, calificando de cobardes a los votantes del Partido Socialista, abogando por el restablecimiento de una España equivalente a la de los Reyes Católicos, tildando las bodas entre homosexuales como monstruosidad contra la naturaleza o menospreciando el concepto de tolerancia.

Todo lo cual debería constar como pauta para que la Real Academia de la Historia eligiera a don Luis como autor de la entrada sobre Francisco Franco, pues cuesta mucho pensar que tal selección no se hiciera con voluntad expresa de que el escogido fuera quien fue, como si lo que se pretendiera y finalmente se ha logrado fuera colarle un gol por toda la escuadra al mismo Gobierno que aprobó la Ley de Memoria Histórica.

Que al día de hoy no se haya producido el cese o dimisión inmediatos del director de Real Academia de la Historia, Gonzalo Anes (marqués de Castrillón), debería parecernos en cualquier país que no desprecie la democracia un hecho insólito, pero si aquí pagamos a quienes hacen ostentación de ese desprecio y cuentan con la licencia del Estado para hacerlo parte oficial de la Historia, será porque no andamos muy sobrados del aprecio que merece la libertad.

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