miércoles, 18 de mayo de 2011

EL MANIFIESTO HUMANO DE VITTORIO ARRIGONI*


Félix Población

Ignoro si el Estado italiano tiene ya datos precisos sobre la autoría, pero el extraño asesinato del cooperante pacifista y propalestino de ese país, Vittorio Arrigoni, a mediados del pasado mes de abril y a manos de un supuesto grupo salafista que lo secuestró con ese único objeto (lo mataron a las pocas horas), solo puede haber beneficiado a Israel, pues la víctima había desafiado a Israel con su presencia en Gaza durante la operación Plomo fundido y el valiente testimonio periodístico de sus crónicas, publicadas en el diario Il Manifesto.

Arrigoni fue el único ciudadano occidental que vivió aquel infierno, entre los días 27 de diciembre de 2008 y 18 de enero de 2009, y tuvo el valor de contarlo junto a quienes lo padecieron, porque esa fue su decisión, libre, arriesgada y solidaria con la población gazarí. El resultado es un libro muy intenso y muy duro, que lleva en el título la frase que el autor repetía al término de cada una de sus crónicas: Seguimos siendo humanos. Arrigoni estuvo en Gaza mientras el silencio del mundo civil era mucho más ensordecedor que las explosiones que “cubrían la ciudad como un sudario de terror y muerte”.

Tanques, cazas, aviones teledirigidos, helicópteros Apache, el más grande y sofisticado ejército del mundo se puso en acción contra una población que se mueve todavía en burro, como en los tiempos de Cristo. “Como pacifista y no violento –escribe el cronista- aborrezco cualquier ataque de palestinos contra israelíes, pero aquí estamos hartos de escuchar la cantinela según la cual esta matanza de civiles sería la respuesta de Israel al lanzamiento de los modestos cohetes palestinos. Desde 2002 hasta la fecha, los Qassam han provocado 18 muertos en Israel y aquí, en unas pocas horas, hemos contado en los hospitales más de 250 civiles muertos”.

Capítulo a capítulo, Vittorio desgrana el número de víctimas que las tropas israelíes van causando entre la población civil. Niños, ancianos, mujeres y 16 miembros del personal médico que socorría a los heridos son buena parte de las más de 1.400 personas abatidas durante la ocupación militar. Según la organización humanitaria israelí Médicos por los Derechos Humanos (PHR), el ejército de ese país “violó los códigos éticos por haber atacado al personal médico, haber dañado las instalaciones sanitarias y haber disparado indiscriminadamente a civiles que no participaban en las operaciones”.

Arrigoni, sin ser periodista, detalla con agilidad y un lenguaje directo y desnudo la muy cruenta entidad de la masacre: a bordo de las ambulancias, al pie de los hospitales, junto a las muchas mezquitas bombardeadas o sobre el asfalto carbonizado en el que reposan los cadáveres de “seis pequeñas hermanas como muñequitas rotas que alguien tiró a la basura porque ya no servían”. Un médico del hospital de Al Shifa señala que el fruto de toda esta mierda que les han tirado encima durante tres semanas -se refiere al fósforo blanco-, “lo recogeremos en el futuro en forma de tumores y bebés deformes”. Jamal, cirujano del mismo hospital, es mucho más expresivo al reflejar la masacre de una escuela de las Naciones Unidas: muestra a Vittorio una caja llena de miembros de niños mutilados. Un ministro israelí que no desveló su nombre dijo en unas declaraciones al periódico Haaretz que cuando salga a la luz la absoluta devastación de Gaza no podrá volver a Amsterdam de turismo, sino sólo para comparecer ante el Tribunal de La Haya.

Según contabiliza Vittorio Arrigoni, la acción armada israelí durante 22 días destruyó o dañó 21.000 edificios civiles, 57 centros médicos, 51 edificios y 59 escuelas de la ONU, 1.500 fábricas y comercios, 20 redes de abastecimiento de agua y saneamiento e instalaciones eléctricas. En total, 100.000 palestinos fueron encontrándose de un día para otro sin hogar.

El cronista también deja constancia de una explícita y extraña llamada para acabar con su vida como miembro del Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM). No proviene precisamente de supuestos grupos salafistas. La encuentra en una web estadounidense, redactada en los siguientes términos: AVISO A LOS MILITARES DE LAS FUERZAS DE DEFENSA DE ISRAEL PARA ATACAR AL ISM ( se da un teléfono al que deben llamar) OBJETIVO Nº 1 PARA LAS FUERZAS AÉREAS ISRAELÍES Y TROPAS TERRESTRES DE LAS FUERZAS DE DEFENSA ISRAELÍ INVITACIÓN AL ASESINATO DE VITTORIO ARRIGONI (junto a una fotografía del citado) QUE ACTUALMENTE AYUDA A HAMAS EN GAZA.

En otro pasaje del libro, Arrigoni expresa su confianza en que el alto mando israelí no lea Il Manifesto, pues sus tropas habían bombardeado un edificio próximo hiriendo a dos periodistas palestinos como clara advertencia de que la masacre no debía ser contada. "El ejército israelí sabe perfectamente dónde encontrarme incluso esta noche", responde Vittorio al término del capítulo Buitres y cazadores de recompensas: “Estoy a bordo de las ambulancias del hospital Al Quds en la ciudad de Gaza".

Los asesinos acabaron por encontrarlo, después de que Vittorio diera voz a una masacre sin más voz que la suya en los diarios de Occidente. Subraya el periodista Alberto Arce, en el epílogo del libro de su amigo, que Vittorio es "alguien que un día contribuirá con sus palabras a dotar de contenido un juicio en el que los responsables de aquella matanza se sienten en el banquillo de los acusados y sean condenados como lo que son, auténticos criminales de guerra". Las palabras han quedado escritas, pero Arrigoni lo pagó con su vida. Debemos creer que para dar vida a la verdad, manifiestamente humana.

*"Gaza: seguimos siendo humanos",
Bósforo Libros, Madrid, 2010.

+@Nakba de sangre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

No encontraremos la reseña de este libro en los grandes periódicos de España. ¿Quién mató a Arrigoni?

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