martes, 20 de diciembre de 2005

Rajoy, patriota de hojalata o bobo solemne

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Lazarillo

El otro día, el señor Rodríguez Zapatero calificó de un modo incisivo la actitud política del Partido Popular respecto a la negociación de los fondos comunitarios. Ya que tan a flor de boca tienen a España, el presidente del Gobierno golpeó a sus adversarios donde más les duele: cuestionó la consistencia de su patriotismo hasta reducirlo a la endeblez de la hojalata.

La respuesta de los populares no se hizo esperar. El mordiente venablo del señor presidente del Gobierno se merecía una contestación pronta y rotunda, no fuera que el carisma de don José Luis permitiera al calificativo posibilidades de cuajar en la opinión pública. La celeridad en la réplica, sin embargo, dejó asomar una vez más la peculiaridad más notable de la oposición a lo largo de la presente legislatura.

El PP está dando durante todos estos pasados meses una auténtica lección de desquiciamiento como partido opositor. Se ha permitido censurar al Gobierno con todo tipo de reproches, algunos de ellos tan graves como peregrinos de fundamento, jaleado reiteradamente por la cobertura mediática que le respalda.

Harto acaso de tan desmesuradas como resentidas e insidiosas críticas, el Gobierno se ha permitido este pasado fin de semana pasar a la acción como legítimo medio de réplica. El Partido Popular no ha sabido asimilar las críticas políticas de sus adversarios y en lugar de responder en esa misma clave ha preferido recurrir al insulto contra la figura del presidente del Gobierno de España.

Don Mariano Rajoy acaba de ratificar con su desprecio al presidente de la nación el calificativo que mereciera por parte de éste. No se puede ser más que un patriota de hojalata cuando se pretende vilipendiar con la ofensa personal a quien es su presidente y el de todos los españoles. A menos que se prefiera ser un bobo solemne.

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