viernes, 12 de diciembre de 2025

NOBEL DE LA PAZ HACIA EL ABISMO DEL DESPRESTIGIO

El Nobel de la Paz a Corina Machado  justifica el golpe blando, sanciones, bloqueos, y si hace falta, una "intervención humanitaria" como en Libia o Irak. Nada de Paz, esto ha sido un cheque en blanco para que el imperialismo campe más a sus anchas de lo que ya hace.



Juan Tortosa

Confirmado: Tras la performance organizada en torno a la ceremonia del Nobel de la Paz por parte de Corina Machado y quienes la apoyan, pocas dudas quedan ya de que se interpretó un guion estudiado al detalle. Todo perfectamente medido durante varios días, con la dosis de suspense reglamentaria, para obtener la máxima repercusión. ¡Oh, casualidad!, la premiada solo consiguió llegar una vez que su “contrita” hija Ana Corina Sosa Machado había recogido ya en su nombre la medalla de oro y el diploma acreditativo y leyera el discurso de aceptación donde proclamó a los cuatro vientos que su madre solo aspira a “vivir en una Venezuela libre”. Un debut en el mundo del show business demasiado perfecto para estar improvisado.
El Premio Nobel de la Paz de este año ha sido una decisión política con la intención de blanquear y justificar el cambio de régimen al que la internacional del ultraderechismo aspira en Venezuela. Ni una palabra sobre las violaciones de los derechos humanos y sobre los ataques que rozan el terrorismo de Estado que está protagonizando EEUU en aguas de Venezuela. Muy elocuente la presencia de los cuatro mandatarios latinoamericanos que asistieron al acto: el argentino Javier Milei, el panameño José Raúl Mulino, el paraguayo Santiago Peña y el ecuatoriano Daniel Noboa, cuyo sueño húmedo es tener pronto como colega a Machado para rendir juntitos todos ellos descarada pleitesía a un Donald Trump, dispuesto a descuartizar América Latina.
Esto no va paz, ni de libertad ni democracia. Va de petróleo, de gas, de litio y de joderle el patio trasero a China y Rusia. Va de intereses económicos y geopolíticos. Un guiño descarado a los halcones de Washington y Bruselas cuyo objetivo más urgente es acabar con Nicolás Maduro de una vez. El Nobel de la Paz lleva años en crisis de legitimidad, y este año se ha tirado de cabeza al abismo. Premiar a Machado no es más que legitimar intervenciones disfrazadas de humanitarismo, erosionando la autoridad moral del premio.
Venezuela tiene las mayores reservas de crudo del planeta. Con Maduro alineado con Pekín y Moscú, Occidente babea por un gobierno títere que abra las puertas a Exxon y Chevron. Machado es el rostro perfecto: liberal, anticomunista, y dispuesta a privatizar todo lo que huela a soberanía. El Nobel justifica el golpe blando, sanciones, bloqueos, y si hace falta, una "intervención humanitaria" como en Libia o Irak. Nada de Paz, esto ha sido un cheque en blanco para que el imperialismo campe más a sus anchas de lo que ya hace. Punto.

LAS CARGA EL DIABLO DdA, XXI/6195

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