Félix Población
El prelado de las Asturias de Oviedo, máximo representante de la iglesia católica en aquella región, se siente discriminado porque el Tribunal Supremo ha dado la razón al gobierno del Principado de Asturias, tres años después de que el propio arzobispo impugnase una decreto del ejecutivo del presidente Barbón para regular la asignatura de Religión en el bachillerato: los alumnos que elijan cursarla deberán tener 31 y no 30 horas lectivas a la semana, sin que se vulnere con ello, según el citado tribunal, el acuerdo con la Santa Sede ni suponga discriminación constitucional alguna.
Para el arzobispado de Oviedo y para su titular, muy escorado como se sabe a identificarse con los sectores más integristas de la iglesia vaticana, al no ofrecerse al alumnado una asignatura alternativa a la de religión, el decreto suponía un trato desigual, pues la enseñanza religiosa como materia de estudio debería equipararse con el resto de las ofrecidas.
Esto me hace recordar la que montaron los estamentos católicos de este país, con el Partido Popular a la cabeza -sin que entonces existiera Vox, aunque estuviera dentro del PP-, cuando durante los gobiernos de Rodríguez Zapatero se pretendió que una asignatura llamada Educación para la Ciudadanía fuera la materia alternativa a las clases de religión.
Esta asignatura cumplía con lo recomendado por el Consejo de Europa en el año 2002, para el que la Educación para la Ciudadanía era esencial para promover una sociedad libre y justa, en la que se contribuya a la defensa de los valores y principios democráticos, los derechos humanos y el Estado de Derecho. Se llegaba a sugerir incluso que había que hacer de esta materia un objetivo prioritario de las políticas y reformas educativas, algo que en nuestro país, por su historia contemporánea, era aún más necesario.
No sé en el resto de los países de la Unión Europea, pero en España los privilegios mantenidos por la iglesia de Roma después del nacional-catolicismo y una derecha proclive a mantenerlos, hicieron que esta asignatura desapareciera. Cuando se constata en la actualidad, según las encuestas, que algo más de un 20 por ciento del electorado más joven vota a la extrema derecha, deberíamos reparar en la eliminación de asignaturas en la educación pública como la que podría haber sustituido con un mayor provecho democrático a la de religión, cuyo lugar de estudio y devoción debería estar en las iglesias.
DdA, XXI/6187
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