Del artículo que mi estimado profesor de la Universidad de Oviedo publica hoy en Nortes (Y el 20 N despertamos: ni derecha ni izquierda. Enfrente), nos parecen muy interesantes los párrafos que republicamos a continuación, donde Enrique del Teso señala: "No estamos ya en la era del story telling, sino del story doing, no son relatos, son acciones. Sánchez paradójicamente tiene que ser el que, desde el poder, sea el que esté enfrente aprovechando la brutalidad y transparencia obscena de estos patriotas de cucharón. Se va a percibir más que esté enfrente que ninguna otra cosa. La desvergüenza rival le da un escenario, que no olvide cómo ganó a los Rubalcabas. Y Rufián que lo vaya pensando. Las piezas para un movimiento están dispersas por el campo de batalla. Solo necesitan electricidad para ser un cuerpo en movimiento. Que lo vaya pensando".
Enrique del Teso
La puesta en escena del juicio del Supremo llegó a ser un relato
con exposición y nudo y con el suspense de un desenlace. Tanto estuvo en los
medios que casi creímos que el Supremo, raído de tan sobado por la derecha
política, estaba ante una decisión compleja difícil de manejar. El fallo se
comunicó sin que aún se conozca la sentencia. Fue rápido, cuando la prudencia
aconsejaba darse un tiempo para sopesar tanto testigo, tanta fuente no
desvelada, tanta inferencia, tanto borrado, tanto dolor como para irse o
suicidarse. Pero fue rápido. Tan rápido que pareció estratégico. Tan rápido que
pareció que no se sopesó nada. Fue como cuando se te va la mano con el wasabi o
la mostaza. De golpe despertamos. Es la Sala Segunda del Supremo la que anduvo
en este tinglado. La que el PP controlaba por detrás, según se le escapó a
Cosidó. La que sacó a los gandules de Manos Limpias de la cárcel, donde estaban
por delitos de extorsión; los sacó dando por ciertos y probados los hechos
(exigencia de dinero mediante amenazas), pero diciendo que no eran delitos,
sino actos «éticamente reprobables»; los sacó y salieron sin recoger el cepillo
de dientes directos al patriota juez Peinado para denunciar a Begoña Gómez. Era
esa Sala Segunda, la que había aceptado una instrucción delirante de Hurtado
por un delito delirante, a partir de un bulo reconocido. ¿Qué esperábamos? No
hubo juicio. Había una tarea patriótica, creerán ellos. Fue una bufonada de
política de baja estofa, vemos los demás a simple vista.
¿Y qué debe hacer Sánchez? Sánchez tiene un
gran olfato demoscópico y no quisiera uno ser más papista que el Papa. Sánchez
debe captar lo que es justo, pero también lo que cotiza ahora en política. La
estrategia de bulos, relatos que suplantan a los hechos, corrupciones y
astracanadas, bajeza en las formas y en el lenguaje e hipérboles enloquecidas,
por un lado; y la quiebra generacional, el desconcierto, la vivienda imposible
y la desigualdad insoportable, por otro; todos estos factores llevan a la población
al descreimiento, a la desconfianza nihilista y a la furia inconcreta. Lo que
cotiza ahora en política es la enmienda a la totalidad: estar enfrente. Sánchez
sabrá que no sube Vox porque la gente los crea honrados, ni porque crea que
tendrá mejores hospitales. Sube Vox porque está enfrente. Embiste lo que se
percibe como establishment a partir de temas seleccionados, como la inmigración o
la seguridad. Ni España es un país inseguro (la criminalidad es de las más
bajas de Europa), ni podría pagar las jubilaciones sin los inmigrantes. Pero no
importa la letra, importa la música. Furia, autoestima y estar enfrente.
Sánchez debe recordar cómo ganó las primarias y cómo le hizo subir la manera en
que las ganó. Susana Díaz había sido arropada por todo el establishment. Y Sánchez fue el outsider, el forastero que llega al pueblo del oeste, el que estaba
enfrente. No es que ganara las primarias, es que cuando tanta gente estaba
enredada en los infinitos círculos de Podemos, Sánchez tuvo una toma de tierra
en esa energía y se disparó en votos. No fue el relato, fue la acción.
Sumar no está enfrente. No hay un liderazgo reconocible y sus contribuciones progresistas en el Gobierno son invisibles porque las anega el problema de la vivienda y la desorientación. Podemos no ocupa ese lugar de enfrente. El discurso de ya lo decía yo, a ver si caéis de la burra, tiene un aroma de arrogancia que provoca más división que energía y autoestima. Rufián es el único que consigue un perfil enérgico, claro y de agregación de fuerzas. Enfada a las derechas y da moral a las izquierdas. Pero, de momento, es un verso suelto, no hay un movimiento detrás, como sí lo tiene Sánchez. El discurso de respetamos al Supremo, pero discrepamos, es engolado, aburrido y tópico como un yerno de visita el domingo por la tarde con pastas de té. Por ahí te arrollan. Tiene que afirmarse en que es la democracia, y no su puesto, lo que defendía la resistencia del Fiscal General; en que una minoría de jueces militantes con una mayoría de jueces corporativos, celosos de la impunidad de cualquier juez, da lugar a una justicia militante y palmera de las derechas; en que hay que cambiar el sistema de acceso a la judicatura, porque el actual provoca un sesgo ideológico ya insoportable que hace de la justicia una mierda pinchada en un palo; que Madrid DF es una república bananera dentro del estado, una olla hermética donde se ahoga la independencia judicial y la normalidad democrática; en que habrá legislatura y resistencia, con o sin presupuestos, que llegará la Gürtel y que la cola de este golpe judicial será larga y con boomerang. No estamos ya en la era del story telling, sino del story doing, no son relatos, son acciones. Sánchez paradójicamente tiene que ser el que, desde el poder, sea el que esté enfrente aprovechando la brutalidad y transparencia obscena de estos patriotas de cucharón. Se va a percibir más que esté enfrente que ninguna otra cosa. La desvergüenza rival le da un escenario, que no olvide cómo ganó a los Rubalcabas. Y Rufián que lo vaya pensando. Las piezas para un movimiento están dispersas por el campo de batalla. Solo necesitan electricidad para ser un cuerpo en movimiento. Que lo vaya pensando.
LA SENTENCIA NO ES REPETABLE
NORTES DdA, XXI/6175


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