lunes, 15 de septiembre de 2025

EL MAILLOT ROJO DE LA VUELTA SE LO LLEVÓ EL IDEARIO HUMANO DE COUBERTIN

Dice Tecé que fueron los defensores del ideario humano los ganadores de La Vuelta, como corresponde a la máxima del fundador del olimpismo moderno, para quien el deporte era el triunfo del ideario humano. A este ideario le corresponde el maillot tojo de esta última edición. También afirma el columnista que "si algo hay en riesgo en Gaza, además de miles de vidas, es la dignidad humana. Esa pequeña cosa, tan pequeña que es invisible, que en cualquier lugar del mundo y momento de la historia, brota provocando que alguien se plante ante un gigante. Esa cosa, en realidad enorme, porque sin ella no hay nada, es lo que estos días está en juego en el mundo y es lo que ha aparecido por las calles y carreteras de España".



Gerardo Tecé

Acabó La Vuelta ciclista a España más emocionante de los últimos tiempos. La recordaremos como aquella que dejó sin siesta a los espectadores sin que el deporte tuviera mucho que ver. Nada, por ser más precisos. Cuando una competición deportiva se ve salpicada por asuntos extradeportivos es una pena, repiten algunos desde hace 21 días y yo no puedo estar más de acuerdo. Con ellos y con el aristócrata fundador del olimpismo moderno, Pierre de Coubertin, un tipo poco sospechoso de izquierdista radical que decía que el deporte es el triunfo del ideario humano. Quienes decidieron politizar La Vuelta y vomitar sobre el ideario humano fueron quienes invitaron a competir a un equipo que lucía en su maillot propaganda de un Estado que, a diario, asesina a centenares de niños. Son ellos quienes han reventado La Vuelta. Son ellos quienes se han cargado la carrera y quienes deberían dar explicaciones a los aficionados.

En sus cabezas era un plan sin fisuras. Consistía en que, tras llenar de mierda una competición deportiva tratando de normalizar la presencia de un país que ejecuta inocentes y bombardea hospitales, usted y yo nos acercaríamos como si tal cosa al arcén de la carretera para aplaudir el paso de la infamia. “Bieeen” y “Vaaamos” serían nuestras opiniones sobre el asunto. No ha sucedido y hay que darle las gracias a los defensores del ideario humano del que hablaba aquel aristócrata francés. Son ellos los ganadores de esta Vuelta. Una victoria trabajada en cada etapa, en cada curva, cada valla y cada pueblo. Un triunfo que no fue fácil porque el pelotón, repleto de pelotas gregarios del poder, empujó dopado con toda la fuerza que pudo. Violentos, radicales e incluso terroristas, han llamado los medios y parte de la política a quienes, durante 21 días, protestaron contra un genocidio sin hacerle demasiado caso a las sabias palabras de Perico Delgado que, en cada retransmisión de TVE, recordaba que la clave para lograr una buena protesta es que no moleste a nadie. En el autobús de Rosa Parks, Perico se hubiera acercado: “Pero señora, levántese de ahí y proteste, pero cumpliendo las normas, que llego tarde”.

La de 2025 ha sido una gran Vuelta porque la defensa de los valores humanos se ha impuesto a quienes creen que asesinar niños y bombardear hospitales debería ser deporte olímpico. Para cada una de esas personas que lo han hecho posible con sus pancartas, sus gritos y sus banderas es el jersey amarillo. Cada insulto que reciben por parte de quienes, sin haberse despeinado por el asesinato de 70.000 inocentes se han levantado indignados del sofá por una protesta pacífica, debe ser considerado una medalla en el pecho. En las grandes citas deportivas se consagran los grandes campeones –enhorabuena a la solidaridad con Palestina–, pero también donde se producen los fracasos históricos. Y esta vuelta será para siempre la del ridículo de la Unión Ciclista Internacional que entendió que era incompatible el deporte con la invasión rusa de Ucrania, pero no con una invasión y un genocidio. De lo que entendía la UCI era de otra cosa. A un nivel más festivo, para la historia quedará también, en la etapa final madrileña suspendida por las manifestaciones, la imagen de Ayuso haciendo de Ayuso. Tras culpar a Pedro Sánchez por las protestas ciudadanas –hasta ahí un día cualquiera en Villa Isabel– la presidenta madrileña tuvo el detallazo de acercarse a brindarle su apoyo y solidaridad al equipo israelí. Nunca había visto tal nivel de violencia, imaginamos que les dijo mientras los abrazaba solidaria y les pedía que saludaran a Netanyahu de su parte.

Si algo hay en riesgo en Gaza, además de miles de vidas, es la dignidad humana. Esa pequeña cosa, tan pequeña que es invisible, que en cualquier lugar del mundo y momento de la historia, brota provocando que alguien se plante ante un gigante. Esa cosa, en realidad enorme, porque sin ella no hay nada, es lo que estos días está en juego en el mundo y es lo que ha aparecido por las calles y carreteras de España. Israel nunca ganará porque, como hemos visto, la dignidad nunca desaparecerá. Los protagonistas de esta vuelta son un ejemplo. No es un cumplido, es una descripción. El mundo ha visto lo ocurrido en España y la protesta será copiada cuando, de nuevo, se intente blanquear un genocidio con la excusa del deporte. Después de tantos insultos y señalamientos, es de justicia darles las gracias a quienes han entendido que la dignidad es más importante que un sprint.

CTXT  DdA, XXI/6103

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