El problema no son las pensiones de los jóvenes -escribe Ferré en su artículo de Público- sino su precariedad laboral y vital y es ahí donde deberían aplicarse medidas y estrategias para mejorar sus condiciones y, sobre todo, sus salarios. En un país con una tasa de desempleo joven altísima, sería mucho más lógico reducir la edad de jubilación para dar más oportunidades a los jóvenes de encontrar un buen empleo que exigirles más sacrificios. Reducir la edad de jubilación a los 65 o 63 años ampliaría la tasa de reposición, abriendo la posibilidad a que personas más jóvenes accedan a empleos cualificados con mejores salarios.
Marga Ferré
Leo, atónita, en un
telediario, cómo le dan categoría de verdad a un "estudio" del BBVA y
el IVIE (instituto formado por bancos) que anuncia que los jóvenes en España se
van a tener que jubilar a los 71 años. No doy crédito. Cómo estará el periodismo
que no gastaron ni cinco minutos en comprobarlo, en contrastarlo con expertos y
fiarse a pies juntilla de un "informe" de un folio (literalmente un
folio a dos caras) que anuncia la catástrofe para la vida de millones de
personas.
Habrá que aclarar que
los bancos privados no son instituciones académicas y que todo lo que dicen sus
estudios está encaminado única y exclusivamente a vender un producto bancario.
En este caso, y como es evidente, la intención del folleto es meter miedo a los
jóvenes para que se hagan planes privados de pensiones. De hecho, es habitual
que cada dos o tres años un banco saque un "informe" alertando de que
el sistema de pensiones en España es insostenible. Llevan haciendo y diciendo
lo mismo al menos 50 años.
No pude confirmar los
datos del "informe" del BBVA porque el estudio no existe, lo que
existe es un folleto de un folio que plantea hipótesis regresivas y ya está. Cuando
abro el documento descubro que tiene dos páginas y que no es un resumen sino lo
que ellos llaman estudio, algo que ninguna universidad del mundo llamaría. Lo
que hace el folleto es plantear una hipótesis burda: toma la foto fija de los
salarios en España y hace una proyección a 40 años como si en 40 años nada,
absolutamente nada, cambiase: ni la sociedad, ni los sistemas productivos, ni
la tecnología, ni los impuestos, ni los salarios, ni una coma de las leyes, ni
la demografía. Toman la ley actual, la proyectan a 2065 y se quedan tan anchos.
Para concluir que la
única solución para que los jóvenes cobren buenas pensiones dentro de 40 años
es trabajar más años o hacerse un seguro privado de pensiones, el argumento es
el siguiente: como trabajan de forma precaria, sus malos salarios tiran a la
baja su base de cotización, por lo que tendrán que trabajar más años para tener
una buena pensión si en 40 años nada cambia y si (y esto es lo mejor) "a
ello se añaden los efectos de posibles reformas que reduzcan la generosidad del
sistema", leo en el informe del BBVA de 2023 al que el panfleto hace
referencia. Ambos dan por sentado que los sistemas de pensiones van a ser
peores porque sí, en una adivinación del futuro con el mismo rigor científico
que un agur leyendo el vuelo de las aves.
Hablando ahora en serio, el problema no son las pensiones de los jóvenes sino su precariedad laboral y vital y es ahí donde deberían aplicarse medidas y estrategias para mejorar sus condiciones y, sobre todo, sus salarios. En un país con una tasa de desempleo joven altísima, sería mucho más lógico reducir la edad de jubilación para dar más oportunidades a los jóvenes de encontrar un buen empleo que exigirles más sacrificios. Reducir la edad de jubilación a los 65 o 63 años ampliaría la tasa de reposición, abriendo la posibilidad a que personas más jóvenes accedan a empleos cualificados con mejores salarios. Y que nadie se escandalice, podría hacerse porque España tiene una de las edades de jubilación más altas del mundo.
Empecemos por el país
vecino, Francia, donde se jubilan a los 62 años. El intento de Macron de
subir la edad de jubilación a los 64 se dio de bruces con una movilización
social tal que le derrotó estrepitosamente en las urnas el año pasado.
Echemos un vistazo a
la edad de jubilación en el mundo: de los 180 países estudiados por el
International Social Security Association (ISSA), vemos que la edad de
jubilación más habitual son los 60 años (60 países la tienen). El segundo
límite de edad más común para el retiro laboral son los 65 años (establecidos
en 48 países del mundo). En 27 países las personas se jubilan con menos de 60
años y en otros 28 el rango de edad de jubilación oscila entre 60 y 65 años.
Es decir, de los 180
países, 163 tienen edades de jubilación de 65 años o menos. Entre ellos, China,
uno de los dos mercados laborales más grandes del mundo, que este año ha
aumentado la edad de jubilación a los 63 años.
Solo hay nueve países
en el mundo con la edad de jubilación a los 67 años (el caso de España) y otros
seis países con una edad superior.
El retroceso de Europa
occidental
Siete de los nueve
países del mundo con la edad de jubilación a los 67 están en Europa, a través
de reformas regresivas impulsadas en los últimos años en lo que no puedo menos
que calificar como una ofensiva en toda regla.
Alguien podría pensar
que se debe al aumento de la esperanza de vida, argumento fácil de desmontar
(la gran mayoría de países europeos -30- tienen jubilaciones entre los 60 y los
65 con la misma esperanza de vida) pero más allá de datos, quisiera detenerme
en algo que me parece mucho más importante.
Las personas no somos
máquinas, no somos cosas, no hemos venido al mundo solo a trabajar. Estamos
aquí para vivir, crear, amar, trabajar, construir, vaguear, conocer, cuidarnos…
para mil otras cosas que vender nuestra fuerza de trabajo para sobrevivir. Por
eso el argumento de que como vivimos más años tenemos que trabajar más años me
parece tan inhumano: difícilmente esconde la idea de que las personas somos
máquinas de producir y, si no lo hacemos, debemos tener menos derechos. El
feminismo nos ha enseñado que no y por ello niego la mayor: vivir más años es
un bien y vivirlos como queramos, debería ser nuestro derecho.
Así que no, los
jóvenes no tienen por qué trabajar hasta los 71, de hecho, pueden trabajar
menos años si reducimos la altísima edad de jubilación, mejoramos las
condiciones laborales o rebajamos los requisitos para acceder a una buena
pensión: nada está escrito en piedra, dependerá de nosotros. Eso sí, requerirá,
como condición imprescindible, luchar contra la ola reaccionaria que está
asolando los sistemas de bienestar en Europa, con su implacable bola de
demolición de derechos.
Y háganse un favor:
cuando una alerta catastrofista venga de un banco privado, como mínimo,
pónganlo en duda.
PÚBLICO DdA, XXI/6034
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