viernes, 4 de julio de 2025

EL OSO POLAR DE PRAGA

 

AP. PETR DAVID JOSEK

Lazarillo

Este ya no será el oso polar que vi hace muchos años en el Zoo de Praga, aunque puede que fuera en el de Budapest, cuando visité por última vez uno de estos lugares de esparcimiento con los que disfrutan sus visitantes. Sí recuerdo que fue en uno de ellos cuando decidí no volver a observar más a los animales salvajes en estos espacios de cautividad. Y no fue por la presencia de un oso polar como el de la fotografía, abrazado al helado elemento natural en el que discurre su vida en libertad. Tengo el borroso recuerdo de que se trataba de un viejo homínido encerrado en una gran jaula con el que crucé la mirada, advirtiendo en la tristeza y pesadumbre de sus ojos un indudable atisbo de reproche. A los osos polares del planeta les está privando el animal más inteligente de la tierra de sus helados ámbitos de vida. El calentamiento global les está dejando sin espacios de existencia. Si hubiera que elegir, por eso, a un animal salvaje al que no se le debería encerrar nunca en un zoo -algo que a ninguno le correspondería como destino-, este Lazarillo elegiría a los osos polares. Sólo me faltaba esta imagen para ratificarme en ello. Nadie como estos poderosos y bellos animales para percibir la fiebre de la tierra que habitamos y que en España y el Mediterráneo todo se deja sentir canícula tras canícula, cada vez más cerca de llegar a esa temperatura insufrible de los 50 grados. El oso polar del zoo de Praga nos lo está gritando y el fotógrafo ha sabido interpretarlo casi como una señal de alarma.

DdA, XXI/6.029

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