La viñeta y el comentario que sigue son obra de mi estimado amigo Álvaro Noguera, con más memoria y conocimiento que los de este Lazarillo para recordar los detalles que cuenta acerca de un personaje que no debería haber merecido mi olvido, pues estoy convencido de que forma parte de aquellos que poblaron las obsesiones de mi niñez en aquella villa, y que bien podrían figurar en el retablo de modestos seres humanos destrozados mentalmente por las penurias de las posguerra y los rigores moralistas del nacional-catolicismo. Noguera nos ha rescatado la memoria de Delfina, aquella mujer que andaba por las calles de la ciudad con los brazos en cruz, como si hiciera penitencia por el trastorno que le ocasionaban los pecados de la carne: "Personaje del Gijón de los años 50 y 60. Vivía en una buhardilla en la calle Jacobo Olañeta. Trabajaba en el servicio doméstico hasta que la locura se apoderó de ella. Caminaba con las piernas abiertas a todo lo que daban y los brazos en cruz. Su obsesión: que era pecado mortal juntar las carnes. Según se desplazaba se aliviaba en forma líquida, sólida y gaseosa. En su trastorno preguntaba a las mozas si eran vírgenes, eso si su locura estaba bajo mínimos, en caso contrario gritaba los peores insultos a las que caminaban de forma ortodoxa. Delfina era parte de una fauna alterada mentalmente que fue desapareciendo a medida que Gijón crecía. No hay que descartar la posibilidad que, a la vista de la actitud preconciliar de una parte del personal, que en el futuro surjan Delfinas que pretendan reprimir la normalidad aconfesional de quienes no estamos por la labor de caminar espatarrados".
DdA, XXI/5.980
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