lunes, 14 de abril de 2025

VARGAS LLOSA: "OLVÍDATE DEL AUTOR UN RATO, QUE ESTO VA DE PASIÓN"


El vicio incurable del amor por la literatura no entiende de banderas ni de puritanismos. Y Vargas Llosa, guste o no, era un narrador de esos que te agarran por las solapas y te susurran: «Olvídate del autor un rato, que esto va de pasión».

Carlota Suárez

Acaba de morir un tipo que escribía tan bien que hasta sus enemigos le envidiaban las comas. Mario Vargas Llosa, el Nobel que logró que La ciudad y los perros sonara mejor que un estribillo de rock, el hombre que convirtió dictadores en personajes de tragedia griega y que nos dejó claro que el Perú es un país tan complejo como una de sus novelas.
Ahora, hablemos de los que no lo leen por principios. El vicio incurable del amor por la literatura no entiende de banderas ni de puritanismos. Y Vargas Llosa, guste o no, era un narrador de esos que te agarran por las solapas y te susurran: «Olvídate del autor un rato, que esto va de pasión».
Tenía opiniones discutibles, ¿quién no?, algunos de sus sus artículos hacían hervir la sangre, pero si solo leyéramos a quienes piensan como nosotros, las bibliotecas serían cajas de resonancia con estanterías. Y la literatura, precisamente, está para lo contrario, para sacudirnos, incomodarnos y recordarnos que hasta el tipo con el que jamás tomarías un café puede tallar frases que son joyas.
Por eso, a quienes rehúyen sus libros por coherencia, les digo: su coherencia les está robando la oportunidad de perderse en La guerra del fin del mundo, de reírse con los delirios de Pantaleón y las visitadoras, de palpitar con la oscuridad de La fiesta del chivo. Les está negando el placer culpable de admirar a alguien que, en el fondo, les cae como un puñetazo en el hígado. Y qué maravilla eso, ¿no? Que el arte nos obligue a lidiar con contradicciones y nos rete a separar al hombre del escritor, al opinador del artista, al ser humano imperfecto del genio que construyó universos con palabras.
Así que hoy, mientras los puristas se debaten entre el duelo y el desdén, yo levanto mi copa y le doy las gracias a don Mario, por esas novelas que me enseñaron que la literatura no es un campo de batalla, sino un territorio donde hasta los enemigos pueden compartir la misma emoción ante una página bien escrita.
Y a los que aún dudan: leedlo. No para convertiros en fans, sino para recordar que el mundo es más ancho, más ajeno y más hermoso cuando dejamos que hasta los que nos caen mal nos roben el aliento.

DdA, XXI/5.959

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy, muy bien. Gracias como lector de Vargas Llosa. D.E.P.

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