miércoles, 26 de marzo de 2025

APARECE LA SANTINA EN PARÍS Y FRANCO LO COMUNICA "CON ALEGRÍA DE ASTURIANO"

Lazarillo

Con ocasión de alguna investigación relacionada con el asunto -del que se conocen varias versiones-, recuerdo haber buscado en la primera página de alguno de los periódicos asturianos que se editaban entonces, que creo eran dos en Gijón, uno en Avilés y tres en Oviedo, la noticia que ahora gracias al muro de Facebook de un comunicante y a la página web de Asturias Laica he podido por fin leer, con mi gratitud a uno y otra. Que el diario La Nueva España del 26 de marzo de 1939 califique de aparición el hallazgo de la imagen de la Virgen de Covadonga en París es muy propio de la retórica de la dictadura nacional-católica naciente en la prensa y radio del Movimiento, tras los azarosos tiempos del dominio rojo. Y que quien comunique oficialmente la nueva sea el propio dictador, con alegría de asturiano, hace aún más gozosa la información para satisfacción de los lectores que comulgaban en aquella provincia con el régimen vencedor, pues nada mejor que esa alegría tratándose del hallazgo de la venerada imagen. La información se la da el general Franco al gobernador civil y militar de Oviedo en los siguientes términos: "Comunica comandante militar de Irún que la imagen de la Virgen de Covadonga ha sido encontrada en el desván de la embajada de España en París, revuelta con otros objetos". Tal como subraya el autor del libro Asturias bajo el franquismo (1937-1975), Javier Rodríguez Muñiz, la aparición de la Santina casi llega a coincidir con la caída de Madrid en poder de los sublevados y el final de la guerra con su victoria. Si no hay documentación panegírica al respecto, al menos conocida, haciendo de la aparición de la imagen y la derrota de la España republicana un símil con el protagonismo de la virgen en la batalla de Covadonga (Virgen de las Batallas la llama el redactor de la información en las primeras líneas), quizá se deba a que entre las tropas de Franco había combatientes africanos. Lo que leemos en el citado libro dice así:


"Cuando el santuario de Covadonga fue ocupado por las Brigadas Navarras el 1 de octubre de 1937, la imagen de la Virgen no se encontraba en el lugar. Dado el carácter de "cruzada' con que la propaganda nacional había revestido la con tienda civil, la toma de este enclave de tan hondas raíces históricas tuvo gran repercusión. El parte oficial del Cuartel General del Generalísimo daba, el mismo día 1, un comunicado muy escueto: "Ha sido ocupada la Basílica de Covadonga, el poblado y el caserío de Covadonga, siendo vencida la fuerte resistencia en la Cruz, causando al enemigo numerosísimas bajas. Aún no se conocen más detalles de tan importante operación. Salamanca, 1 de octubre de 1937. II Año Triunfal. -Francisco Martín Moreno".
En las noticias periodísticas posteriores se destacaba la desaparición de la imagen de la Virgen, sin aclarar nada sobre su posible paradero. Tal ausencia de información sobre este extremo favoreció la circulación de toda clase de versiones, a cual más negra, sobre cuál habría sido su destino. La verdad era, sin embargo, que la imagen había sido retirada un año ante por Faustino Goico Aguirre, pintor y escultor, delegado provincial de Bellas Artes cumpliendo una orden de Indalecio Prieto, con el fin de evitar que sufriera daños. Posteriormente, había sido trasladada en secreto a la Embajada española en París, de lo que se encargó el teórico anarquista gijonés Eleuterio Quintanilla.
A punto de acabar la guerra, la Embajada española en París se había convertido en un gran almacén de obras de arte. Entre ellas, un "joven comunista asturiano" descubrió la imagen de la Virgen de Covadonga (Luciano López García Jove, La batalla de Covadonga e Historia del Santuario), comunicando su hallazgo al padre Aller, de los Padres del Inmaculado Corazón de María, que tenían a su cargo la iglesia de la Misión Española en París. A punto de hacerse cargo de la Embajada las autoridades franquistas, la imagen fue guardada hasta ese momento.
El 25 de marzo de 1939 el general Franco comunicaba, por medio de un telegrama, el hallazgo al gobernador cívico-militar de Asturias, coronel Ceano Vivas: "Generalísimo a Gobernador Civil. Comunica comandante militar lrún que imagen Virgen Covadonga ha sido encontrada en un desván de la Embajada española en París, revuelta con otros objetos". La noticia del hallazgo coincidía casi con la de la entrada de las tropas franquistas en Madrid.
El retorno de la imagen a su lugar en la cueva de Covadonga dio lugar a toda una serie de actos místico-patrióticos, muy a tono con el ambiente de exaltación triunfalista de los primeros meses de la posguerra. El obispo de Oviedo, Manuel Arce Ochotorena, creó una Junta para preparar el recibimiento, y por parte militar Franco comisionó al general Jordana para todo lo relacionado con el traslado.
La imagen fue traída de París a Hendaya, y el día 11 de junio fue recibida solemnemente en Irún. Asistieron el general Valdés Cabanilles, en representación del Gobierno; el nuncio papal, las autoridades guipuzcoanas, cuerpo diplomático, obispo de Oviedo y diversas representaciones eclesiásticas, civiles y militares. En un lugar de honor estuvieron Carmen Polo y su hija. Rindieron honores militares los requetés del Tercio Nuestra Señora de Covadonga, formado con el núcleo inicial de requetés de la defensa de Oviedo, y el cuerpo de Carabineros, que tenían a la Virgen de Covadonga como patrona.
De Irún la imagen fue trasladada a lo alto de Pajares en un automóvil, enviado por el general Aranda, convertido en una especie de capilla. En Pajares, a donde llegó el 13 de junio de 1939, se repitió el recibimiento con aires de apoteosis, iniciándose desde allí una larga procesión que iba a recorrer varias ciudades y pueblos de la zona central de Asturias, la más castigada por la guerra. Campomanes, Pola de Lena, Ujo, Mieres, Sama de Langreo, La Felguera, Tudela de Veguín, fueron escenario de las “solemnes funciones de desagravio y acción de gracias"
(Luciano López García-Jove: La batalla de Covadonga e Historia del Santuario), que se realizaron con tal motivo.
El 17 la procesión llegó a Oviedo, donde la imagen permaneció nueve días hasta el 27. Durante ese tiempo se organizaron peregrinaciones de los pueblos que no iba a recorrer la imagen. A la par, se desarrollaron innumerables actos de ofrendas por las diversas entidades eclesiásticas, políticas y militares (Cabildo catedralicio, Ejército, Diputación, Ayuntamiento de Oviedo, Universidad, Colegio de Abogados, Falange, etc.), todos ellos acompañados de exultantes discursos triunfalistas, aliñados con los tópicos al uso del momento, alusivos a la "cruzada", "reconquista", etc.
Se ofreció un homenaje a las cruces de la Victoria y de los Ángeles y a los reyes asturianos (Pelayo y sucesores, iniciadores de la Reconquista), dando lugar los discursos pronunciados con cal motivo a todo tipo de elucubraciones históricas y mistificaciones seudoteológicas. El presidente de la Diputación, Ignacio Chacón, hizo un paralelo entre la vida de Cristo y la de José Antonio: "Vivió treinta y tres años -como Cristo en la tierra, nobles señores-. Fue el Sembrador. Reunióse un día con sus poetas de la Vieja Guardia y compuso un himno. Centenares de miles lo cantaron ... ".

Comitiva del regreso de la Santina en la Plaza del 6 de Agosto de Gijón

El 27 de junio se reanudó el peregrinaje, pasando por las poblaciones de Noreña, Gijón, Candás, Luanco, Avilés, Pola de Siero, Nava, Inflesto, Arriondas y Cangas de Onís, para terminar el 6 de julio en la misma Covadonga. Allí puso punto final al recorrido, siendo de nuevo lugar de concentración de numeroso público, que encabezado por el obispo emprendió el camino de Cangas de Onís a Covadonga. Una vez allí, tras sucesivos relevos, la imagen fue introducida a hombros en la cueva. En uno de los relevos portaron la imagen de la Virgen cuatro militares: Martín Alonso (el coronel que al frente de las columnas gallegas había entrado en Oviedo), Bautista (coronel jefe de la V Brigada Navarra que conquistó Covadonga), Juan Vigón (jefe del Estado Mayor del ejército del Norte) y Valdés Cabanilles, subsecretario del Ejército. Otras destacadas personalidades del momento colaboraron en los relevos; así, Sabino Álvarez-Gendín, rector de la Universidad; Plácido Álvarez Buylla, alcalde de Oviedo; Leopoldo Panizo, consejero nacional de Falange... El paso de la Virgen de Covadonga santificaba, al fin, el territorio poco antes ensangrentando por una lucha fratricida".

DdA, XXI/5.942

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