Félix Población
Quien espere que el gobierno de España, a través de alguno de sus representantes, pida explicaciones al gobierno de Israel por lo ocurrido ayer con una delegación internacional en la que se encontraban la ex alcaldesa de Barcelona y un eurodiputado español, puede hacerlo sentado porque no la habrá. Ni Ada Colau ni Jaume Asens encontrarán ese respaldo a pesar de que ambos pudieron sufrir las consecuencias de un ataque del ejército israelí, mientras hablaban con unos agricultores palestinos cerca de la localidad de Nablus, en Cisjordania. Los militares dispararon gases lacrimógenos y bombas de sonido contra ellos, apuntando a la altura de la cara, con el riesgo de que esa acción armada pudiese herir o matar a quien fuera alcaldesa de la segunda ciudad de nuestro país y a un representante de España en el Parlamento de Europa. Desconocemos lo que habría hecho el gobierno de España si como resultado de ese ataque cualquiera de los citados hubiese resultado muerto o herido, pero que teniendo constancia de la presencia de esa delegación internacional las tropas israelíes actúen como lo hicieron da cabal idea de la brutalidad de su comportamiento en otras circunstancias, ya sea ante el centenar largo de periodistas asesinados en poco más de un año en la Franja de Gaza o con relación al alto número de menores masacrados. Hace un mes leíamos que desde el pasado 7 de octubre, el número de menores asesinados rondaba los 17.000, más de 6.000 han resultado heridos, 21.000 están desaparecidos, 20.000 han perdido a uno o a ambos progenitores y 17.000 se encuentran solos o separados de sus familias. La información proviene del Comité de Derechos del Niño de la ONU. Y la masacre sigue, ahora también en Líbano, y el silencio y apoyo de Europa y de sus gobiernos a los genocidas se estampa como la más ominosa página de su historia contemporánea desde aquel otro genocidio que tuvo por víctimas a quienes hoy son sus descendientes como verdugos. Esta vez el que se desangra es el pueblo palestino, que por no contar no cuenta apenas con voces en nuestro país para que se escuche su grito. Nuestro gobierno calla incluso cuando la ex alcaldesa de la segunda ciudad de España y un europarlamentario pudieron ser víctimas del Estado al que sigue vendiendo armas para que el genocidio prosiga. Albares volverá a decir, impasible el ademán, que somos amigos del "pueblo de Israel".
DdA, XX/5.808
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