Lazarillo
El olor a podrido del periodismo de cloaca que con tanta indiferencia como conformidad está consumiendo la sociedad española, muestra en ocasiones lo inconfundible de su hedor cuando ocurren hechos como los que se han derivado del supuesto acoso y agresión sexual de Íñigo Errejón a una actriz. La periodista que ha canalizado a través de su cuenta en Instagram la denuncia de este tipo de acosos y agresiones, considerando que mejor sería dejar de ellas constancia en las páginas de un libro -bien porque le puedan volver a cerrar la cuenta o porque las palabras son aire y van al aire-, ha decidido hacerlo con los centenares de comunicados de las víctimas (creo que un millar) bajo el título No publiques mi nombre, en alusión a la frase que se repite en cada uno de los mensajes. El libro saldrá a la calle el próximo mes y es muy probable que, habida cuenta la repercusión mediática del Caso Errejón, tenga sucesivas ediciones y un notable éxito comercial. ¿Creen que el periodismo de letrina ha hecho algún tipo de consideración acerca de la gravedad y magnitud que comporta el asunto que ha motivado ese buzón de voz a disposición de las silenciadas y agredidas mujeres y el consiguiente libro? No, lo que ha llamado la atención a algunos de los colegas más miserables de Cristina Fallarás es que esta periodista se forrará con el libro, una observación de todo punto propia de la escoria humana y profesional que pulula por ese periodismo de cloaca que sigue contando con subvenciones públicas por parte de algunos gobiernos autonómicos. Como no podía ser de otro modo, ante semejante vileza, Fallarás ha dado la merecida respuesta a quienes pretendían enlodar su iniciativa con un supuesto beneficio económico personal. Ya hace tiempo que la palabra asco se le queda corta a este Lazarillo ante el panorama mediático patrio, similar en pestilencia al del bipartidismo político.
DdA, XX/5.807
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