Eso es lo que afirma el articulista, que al tonto útil ya se le puede dejar caer, pero habría que añadir quizá, a juicio de este Lazarillo, que la magnitud de la caída es de tal calibre que sus perjuicios no afectan únicamente al malnacido partido del caído ni al malnacido movimiento o lo que sea que dio en llamarse Sumar y no ha dejado de restar hasta su previsible derrumbe, sino posiblemente a la propia izquierda gestada en la plazas de aquella primavera de hace un decenio. Esto puede ocurrir porque, habiendo sido Podemos el partido que más sufrió las felonías de los "sumandos", tanto el bipartidismo corrupto como los medios de comunicación que instigaron y contribuyeron a la ruptura del partido morado van a tratar de esparcir el lodo del caso Errejón a Podemos, tal como ya ha apuntado algún dirigente del PP. Hay demasiada mierda a flote para librarse de su hedor en medio de un periodismo degradado.
David Martínez
La realidad es terca. Puede contarse casi cualquier cosa, e, incluso siendo inverosímil, hacer que otros lo crean. Pero la realidad es terca. Ya saben ustedes: se non è vero, è ben trovato. Y, a pesar de Goebbels y de todos los nazis y neonazis, una mentira repetida mil veces no se convierte en verdad. Porque la realidad es terca.
Iñigo Errejón deja la política por la puerta de atrás y las explicaciones se suceden a un ritmo frenético. Quizás los menos piadosos han sido sus propios compañeros de partido: han querido dejar meridianamente clara la razón de la salida de Errejón. La realidad es terca. Y Errejón se va vilipendiado, cuestionado y haciendo daño al espacio político al que pertenece. Casi como siempre.
A pesar de esto, también se han sucedido los elogios de una figura política controvertida. ¿Cuál ha sido realmente el mayor mérito de Iñigo Errejón? Tuvo, sin duda, la habilidad de pertenecer al primer Podemos y dinamitarlo desde dentro. Entonces, tuvo la alternativa de aceptar su derrota o hacer otra cosa. E hizo otra cosa.
El quiasmo y el cisma entre Iñigo Errejón y Pablo Iglesias se vendió desde el primer momento como una lucha de egos, en las que la mano férrea de Iglesias le ganó la partida a Errejón y a sus partidarios. Desde entonces, en el relato mediático oficial, Iñigo Errejón representó el compendio de todas las virtudes, en contraposición con Pablo Iglesias, que se convirtió en el paradigma de político personalista y ególatra, dictador comunista capaz de enviar al gulag a aquel que pensara de un modo diferente. Pero la realidad es terca. Es tozuda. Es testaruda. Más que los medios de comunicación. Y Errejón, a pesar de toda su inteligencia y de toda su oratoria, fue un tonto útil. Y ahora ya no es útil. Y, por tanto, se le puede dejar caer. La pregunta radica en por qué no sucedió antes. E Iglesias sigue haciendo las cosas a su modo: con ética, trabajo y coherencia.
Entre aquello y esto, quedan las magdalenas que compartió con Carmena, que ya sólo invitan al recuerdo de unos tiempos mejores. Queda, también, Más Madrid, el ensayo de que hacer más pequeño el espacio de Podemos podía resultar útil. El viejo truco de balcanizar la izquierda a través del ego de algún político. Y así fue: Ayuso obtuvo mayoría absoluta y Podemos desapareció de la Asamblea de Madrid. Queda Sumar, un partido estatal sin estructura, sin militantes y sólo con cabezas visibles. Sumar, el partido político de las sonrisas y los biquiños, que es un poco como el gato de Schrödinger y unas veces existía en la pasada legislatura y otras veces está recién fundado y está, todavía, en sus primeros días, pero cuyo propósito, no nos engañemos, fue desplazar y hacer desparecer a Podemos, tal y como había sucedido en Madrid con Más Madrid. Pero la realidad es tozuda, terca. Y ya veremos en qué acaba la cosa.
Al final, Errejón no era el prodigio que parecía. Ni Iglesias era la reencarnación de Stalin. Veremos qué depara el futuro a Yolanda Díaz. Porque, ya se sabe: la realidad es terca. Así que pueden contar cualquier cosa, como siempre. El tiempo pondrá las cosas en su lugar.
Diario Red DdA, XX/5.806
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