lunes, 2 de febrero de 2009

LA MATANZA DE GAZA DE 2002


Félix Población

Se llama Raji Sourani, es director del Centro Palestino de Derechos Humanos y estuvo en el lugar de los hechos un cuarto de hora después de que Israel lanzara una bomba de una tonelada para acabar con un miembro de Hamás en el barrio más poblado de Gaza. Ocurrió en la noche del 22 de julio de 2002 y la operación se saldó con la muerte de catorce personas más, en su mayoría mujeres y niños, y 150 heridos, muchos de ellos con lesiones graves y secuelas permanentes.

Raji Sourani, a través de la institución que preside, se querelló contra Israel por esa acción armada y el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, decidió hace días investigar la posible responsabilidad de ese país por crímenes contra la humanidad, figurando como imputados el entonces ministro de Defensa, Benjamin Ben Eliezer, y otros seis altos mandos militares. El magistrado se sirve para ello de la competencia que la legislación española atribuye a la Audiencia Nacional para instruir delitos por genocidio, terrorismo o contra la población civil que hayan tenido lugar fuera del territorio nacional.

Una vez se dio a conocer esa noticia, la ministra de Exteriores de Israel, Tizpi Livni, aseguró que su homólogo español, Miguel Ángel Moratinos, le había garantizado que nuestro gobierno tenía la intención de modificar la ley que establece el principio de jurisdicción universal de los tribunales españoles con el fin de evitar futuras investigaciones sobre Israel por crímenes de guerra, como podría muy bien ocurrir con la última masacre en Gaza el pasado mes de enero, que multiplicó de modo masivo la matanza de aquella noche de julio. El gobierno español desmintió posteriormente las palabras de Livni y aseguró que sólo se trataba de hacer ajustes procesales en el principio de jurisdicción universal, pero que no lo limitará y que esa reforma no tendrá nunca carácter retroactivo.

Raji Sourani confía en que la justicia española mantendrá su independencia en este caso frente a todo tipo de presiones, luego de haber intentado por todas la vías legales que los hechos fueran investigados en Israel. Confía en que este proceso contribuya a reducir la impunidad de los militares israelíes, aunque Israel haya elaborado medidas muy concretas para proteger a presuntos criminales de guerra, como imponer penas de siete años de cárcel para quienes aporten pruebas que lleven a sus militares ante un tribunal o emitir pasaportes falsos cuando esos militares tengan que viajar al extranjero. No faltan entre esas medidas la presión que pueden ejercer delegaciones israelíes ante gobiernos extranjeros -como sería ahora el de España- para que retiren las leyes que persiguen esos delitos.

Es de esperar y alentar que la confianza de Sourani en la justicia española no se malogre. Entre los imputados por esos hechos figura el entonces máximo responsable de la Fuerza Aérea israelí, un tal Dan Halutz, al que se le preguntó por el sentimiento que experimenta cuando lanza una bomba de una tonelada sobre una vivienda habitada: Un ligero temblor en el ala, respondió. Sólo con tal sensibilidad se puede decir también a los pilotos que ejecutaron la matanza bajo sus órdenes: Podéis dormir tranquilamente. Por cierto, yo también duermo bien.

De momento, Dan Halutz merecería quizá en suelo británico el mismo tratamiento que en su día mereció Pinochet, por eso no se le verá nunca por allí. Es muy poca pena para quien concilia tan bien el sueño después de masacrar aquella noche de julio el sueño y la vida de inocentes.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Son más sensibles los aviones que su corazón.

Anónimo dijo...

NO TIENEN CORAZÓN, ALI.

Publicar un comentario