miércoles, 11 de enero de 2017

ADIÓS A GONZALO PUENTE OJEA, EJEMPLO DE INTELECTUAL REPUBLICANO


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Pedro Alberto García Bilbao

Ha fallecido en su casa de Getxo, Gonzalo Puente Ojea. Tenía 92 años, era gallego nacido en Cuba (en Santiago). Diplomático e intelectual republicano. Muy valiente. Socio del Ateneo de Madrid. Fue uno de los fundadores de la Plataforma de Ciudadanos por la República, creada en el Ateneo hace ya más 15 años —el juez Navarro, Pilar Flores, Emilio Alonso, estuvieron en esa hora, hoy todos desaparecidos ya, también fue de los fundadores Raúl Marco— y desaparecida de forma penosa tras un tiempo intenso de actividad y lucha. Puente Ojea fue compañero y amigo, compartimos muchos actos en el Ateneo y en otros lugares; le conocí en Izquierda Unida en los 90, cuando ambos estábamos en la dirección. Era laicista y republicano, tanto que sobrepasaba lo que la dirección de IU estaba dispuesta a admitir. Nunca le quisieron de cargo público. Siempre estuvo dispuesto a batirse en público por sus ideas, combatiendo el poder de la Iglesia, la hipocresía del PSOE y a los postfranquistas del PP. Fue un intelectual valiente, comprometido y decidido, con ideas por las que estaba dispuesto a jugársela. Era lo contrario del intelectual de manifiesto y florero; era incómodo para los dirigentes de partido que son incapaces de dar explicaciones de sus conductas más allá de la consigna del día. Si queréis saber cómo eran los partidos republicanos de la II República, imaginad a decenas de Puente Ojeas en las direcciones y en los parlamentos, cuando hoy no hay ni uno solo porque les tienen pánico los que nada saben, todo aparentan y todo deciden.
Laicismo y República, palabra honrada, conducta virtuosa, coherente, voluntad republicana, valor, elocuencia. Nunca doblegado, siempre habló para persuadir, para convencer, para ayudar a formar la opinión y compartir cuanto sabía, no le temblaba el ánimo para destrozar con argumentos las imposturas y falsedades de los contrarios, a tal punto que su presencia en un debate abierto causaba la huida de los falsarios incapaces de medirse con alguien como él, sin miedo y con razones y valores republicanos y socialistas. No hubo lugar para él en la política española, tan necesitada de estómagos agradecidos e impostores.
Era ley de vida que se nos fuera, son 92 años intensos, de pasión española, un español más sin España, sin República salvo en el corazón. Fue un adversario tenaz de la iglesia y sus falsedades, le temían como a pocos temen. Nos deja su obra, esa imprescindible «La formación del cristianismo como fenómeno ideológico» o su Fe cristiana, iglesia y poder», entre otros libros. Pero sobre todo, a los que le conocimos, le escuchamos y aprendimos de él, nos deja un ejemplo de vida republicana, indoblegable, de lo que ha de ser un intelectual. Descansa en paz amigo. Te llevaremos con nosotros.

DdA, XIV/3437

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