jueves, 21 de octubre de 2010

A RAJOY LE SUENA PÉREZ RUBALCABA COMO SUCESOR


Lazarillo

Mariano Rajoy cada vez se parece más a su caricatura. Esto, que veníamos notando a lo largo de sus dos legislaturas como líder de la oposición, se ha hecho mucho más patente ahora que se limita a llevar la contra a lo que hace el Gobierno, aunque sea la política económica que él mismo haría de llegar a La Moncloa. Tanta simpleza en el discurso hace de su protagonista un personaje mucho más próximo al guiñol.

Esa política parece que va a seguir siendo la misma porque, entre los cambios de ministros con los que ayer nos sorprendió Rodríguez Zapatero, no figura el de la vicepresidenta económica, Elena Salgado. Así que quienes hoy hablan de cambios radicales, intentos de recuperación del apoyo social o concesiones a la izquierda porque la acomodaticia Rosa Aguilar ha obtenido una cartera, más parece que hacen propaganda del Gobierno que diagnóstico de expectativas.

Lo más significativo de la remodelación es sin duda el nombramiento de Pérez Rubalcaba como vicepresidente primero y portavoz en La Moncloa, sin abandonar su gestión en el departamento de Interior, por la que está mereciendo una buena nota en la opinión pública. Este nombramiento es el que, según se ha sabido hoy en los mentideros políticos, ha puesto más nervioso al Partido Popular, centrado todos estos años en ganar votos a costa de los dislates gubernamentales.

Ha sido por eso muy significativo que Mariano Rajoy, a la hora de valorar los cambios en el gabinete de ZP, se haya referido al celo vigilante de su partido para que desde el Gobierno no se vuelva a repetir una negociación con ETA. Si lo ha dicho, estando Pérez Rubalcaba ya en La Moncloa y como titular de Interior, es porque se teme que todavía el Partido Socialista tiene una baza para que las encuestas -tan favorables ahora al PP- puedan cambiar de sentido. Esto podría darse si antes de los próximos comicios generales, como sería deseable, Rodríguez Zapatero fuera finalmente el presidente que acabase para siempre con el terrorismo etarra.

Imagínense que Rodríguez Zapatero no se presente a las elecciones de 2012, con el indudable rédito histórico de haber sido el jefe de Gobierno que puso fin a ETA, y que Pérez Rubalcaba, colaborador en esa tarea desde su departamento de Interior, acepta que su partido lo nombre como sucesor para llegar a La Moncloa, en donde ya está.

Eso es lo que teme Rajoy y por eso dijo lo que dijo, sin venir aparentemente a cuento, con la reiterada simpleza del discurso que lo caricaturiza.

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