Félix Maraña
Dos amigos y poetas, Manuel López Azorin y Miguel Ángel Yusta, me dijeron ayer que yo podría escribir "El Ingenioso Hidalgo don Quijote de La Mancha" en décimas. Lo tomé como un reto e indiqué a ambos que eso no es mérito alguno de mi parte, pues mérito es el de Cervantes, quien escribió esa novela de novelas, ese monumento catedral de nuestra lengua. Así pues, voy a escribir el monumental libro en espinelas. Componiendo un promedio de diez por día, calculo que en un par de meses habré reescrito el gran libro, libro de libros, a mi manera. Con que logre exprimir un diez por ciento del humor que la novela contiene, me daré por satisfecho. Ya he hablado hoy con los parientes de don Miguel y no me pedirán nada por derechos de autor. Humildemente, será un libro y ya estoy pensando en el artista que cree a partir de mi guion un cómic. Nos vamos a divertir.
Historia de un hidalgo de figura triste
Un ingenioso fidalgo,
caballero de los de antes,
un tal Miguel de Cervantes,
inventó un tipo, un algo, delgado como si galgo,
y le dio triste figura,
pretexto de la escritura
del ingenioso Quijote,
famélico, con bigote
y aquejado de locura.
Su escudero, regordete,
pequeño, terco y muy ancho,
responde al nombre de Sancho,
preocupado, algo zoquete,
y no comprende el sainete,
pues dice son disparate
los sueños de tanto vate,
que aparecen en las ventas,
como teme las afrentas
y algún malvado lo mate.
Sancho no asimila el cuento
de su señor don Quijote
y sufre aunque no se note,
pues con engolado acento,
en los molinos de viento
ve gigantes de armadura,
asunto que le tortura,
le da insomnio y paranoia,
y también algo de anoia,
una especie de locura.
Dedico este mi escritorio
a mis amigos poetas,
a mis manías secretas,
escribir es sanatorio
que demarca el territorio
donde el escribano vive.
Duda y duda en lo que escribe
y dudando se deprime.
Y escribiendo se define,
gana el pan y sobrevive.
DdA, XXI/6.038
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