Carlos Solares
No suelo contar mis experiencias con las fotografías, suelo ser siempre muy breve en los textos.
Sin embargo esta vez voy a escribir un poco más.
Voy a hacerlo para tirar por tierra tantas mentiras y tanto miedo que he leído y leo en medios de comunicación, algunos testimonios, y hasta en declaraciones de algún político intentando causar pánico y alarma.
Estoy vivo de milagro…. Diríase, si hacemos caso al relato del miedo que tantas veces he leído. Ya que encontrarme cara a cara con un grupo de 5 lobos dirigiéndose hacia mí en un lugar aislado con nieblas que tapan el sol y la luz por momentos, a 3 horas caminando de cualquier atisbo de civilización…. según lo que cuentan algunos solo debería haber quedado de mi, el trípode y por que es metálico.
Partimos de una situación típica de observación a varios cientos de metros de distancia de un grupo descansando durante una tarde cualquiera. Algunas fotos a esa distancia son las que subí unos días atrás. Sin embargo, durante otra tarde que en principio iba a ser muy parecida, la casualidad quiso que se produjera un encuentro mucho más cercano del previsto.
Foto 1 : Este lobo parece ser el dominante, se ha levantado y con el otros 4, todos empiezan a moverse, y atónito, veo que se dirigen justo hacia mi posición. Estoy completamente camuflado e inmóvil, no ha habido signo alguno de que fueran conscientes de mi presencia. Supongo que he tenido buena/mala suerte con la dirección elegida, depende como se mire.
Foto 2: A pesar de estar completamente mimetizado y no moverme ni 1 cm para librar del objetivo parte de la cotoya tras la que me escondo, y que se aprecia en primer plano, no contaba con que se aproximaran a mi y el ruido de los disparos del obturador mecánico (el electrónico, silencioso, hubiera sido mejor idea, pero no contaba con que las distancias se acortaran hasta ese extremo) son percibidos por él más cercano. El silencio es absoluto y su oído muy fino, aun así, ya os podéis imaginar que la distancia para llegar a captar ese débil sonido no podía ser muy grande.
Este animal se detiene mirando fijamente hacia mi. Dejo de disparar. La última foto es esta. Me quedo congelado esperando su reacción. Durante unos segundos, las miradas se mantienen y ambos permanecemos mirandonos sin movernos.
Tras ese tiempo ( que me pareció una eternidad), se da la vuelta y acelera el paso con el típico trote lobero. El resto del grupo, cesa su avance hacia mí y se da la vuelta con el.
Si estos animales fueran agresivos y peligrosos para con el ser humano, les hubiera costado muy poco acabar conmigo, pues quizás de uno tuviera alguna posibilidad de defensa, pero ante el ataque de un grupo no hay defensa posible.
Describo esta experiencia por que las contrarias, de miedo y para asustar a la gente con cuentos ridículos, aunque infundadas, están a la orden del día. Pues bien esta es mi experiencia real.
5 lobos avanzando hacia un mono sin pelos totalmente indefenso, y ya veis, he vuelto para contarlo.
Eso sí, si el relato fuera en otro sentido, mañana el testimonio estaba en más de un medio de comunicación. El lobo feroz que acecha a los niños vende más que el cauto que escapa de ellos.
*Con mi agradecimiento a Ignacio Vega por facilitar a DdA este singular testimonio.
DdA, XXI/5.957
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