La historia nos recuerda, según Tecé y este Lazarillo, que el miedo y la resignación siempre han sido las mayores fuentes de riqueza de los que más tienen. Y los que más tienen han apostado por seguir aumentando su riqueza en la próxima década dando el salto a la industria armamentística. Debemos recordar que con la pandemia de COVID también se forraron. Medios y gobiernos europeos están haciendo campaña en pro del miedo que lleve a la resignación.
Gerardo Tecé
En la cocina de casa tengo un altillo que provocaría una ovación con toda la Comisión Europea puesta en pie. Ya era preparacionista antes de que el tema se pusiera de moda, así que el asunto me pilla con los deberes hechos. Veinte o treinta litros de agua almacenados en garrafas compradas de una en una y con gran disimulo en el supermercado, no se fuese a pensar la cajera que estaba ante un puto zumbado. Algunas docenas de latas de comida no perecedera, poco apetecibles de aspecto en la vida civil, pero un manjar en una posible vida nuclear. Una batería solar, una linterna como las que usan los Navy SEAL cuando echan un finde con la familia en el campo, cajas de cerillas, una radio transistor o pilas como para alumbrar a toda mi calle componen un kit de supervivencia que cabreó a mi novia cuando lo descubrió hace ya un año. Eres un neurótico, me dijo, y como es psicóloga clínica no me atreví a llevarle la contraria. Hay que dejar hablar a quienes saben.
Hoy Bruselas presenta su guía de supervivencia para los hogares europeos. Un inventario de productos básicos que, en caso de grave crisis climática, nuclear, sanitaria o energética, permitiría a las familias sobrevivir las primeras 72 horas desde la llegada del caos sin necesidad de ayuda externa. No hay mayor gusto en la vida que poder decir “te lo dije”. Sin embargo, al leer la noticia me acerqué a mi pareja y le dije que acertó de lleno en su diagnóstico: claramente es neurosis. La historia nos recuerda que, cada vez que desde el poder se nos pide sin disimulo que pensemos en un futuro de apocalipsis, es para evitar que pensemos en el presente. Hoy mismo podríamos empezar a diseñar un kit de emergencia que nada tendría que ver con latas de comida o paquetes de pilas, sino con tomar el control inmediato de las grandes empresas contaminantes que provocarán el caos mañana. Hoy mismo podríamos empezar a redactar leyes para encerrar bajo llave a los responsables del deterioro medioambiental. Hoy mismo deberíamos exigir un nuevo modelo de consumo que no se sostenga sobre macrogranjas de animales hacinados que provocarán las futuras crisis sanitarias y pandémicas.
Hoy mismo podríamos salir a las calles para decirles a nuestros gobiernos que se pongan a trabajar en escenarios de paz y se dejen de distopías nucleares. Hoy mismo deberíamos pararnos a pensar en que son precisamente los amigos europeos y norteamericanos de Putin quienes con más entusiasmo se abrazan al incremento de un gasto militar que los malpensados sospechamos que tiene bastante que ver con ese kit de supervivencia que hoy se presenta en Bruselas. Nadie puede decirte cómo pensar, pero sí en qué pensar. Y no hay nada mejor que pensar en caos y pastillas de yodo para aceptar con naturalidad que el ambulatorio de la esquina cierre para que una base militar abra. Hoy los ciudadanos deberíamos estar pensando en armarnos hasta los dientes, pero para defender un futuro sostenible en el que el ser humano trabaje menos y tenga más tiempo libre. Hoy no deberíamos estar pensando en búnkeres físicos y mentales en los que encogernos de hombros y aceptar con resignación lo que venga. Mejor dicho, lo que nos traigan. La historia nos recuerda que el miedo y la resignación siempre han sido las mayores fuentes de riqueza de los que más tienen. Y los que más tienen han apostado por seguir aumentando su riqueza en la próxima década dando el salto a la industria armamentística. El caos y penurias que provocará en las familias que buena parte del gasto social se destine en los próximos tiempos a armamento que resulta inútil frente un escenario de potencias nucleares no lo va a solucionar ningún kit doméstico de emergencia.
DdA, XXI/5.943 CTXT
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