viernes, 23 de mayo de 2014

AMANCIO PRADA CANTA LOS POEMAS GALLEGOS DE GARCÍA LORCA

Francisco R. Pastoriza

El 13 de junio de 1935, “Ser”, un semanario de Santiago de Compostela, anunciaba una próxima aparición de “Seis poemas galegos” que Federico García Lorca había escrito en la lengua de Rosalía de Castro. Tardarían aún seis meses en aparecer, el 27 de diciembre de ese año, pero la noticia se propagó con tal rapidez y el interés por conocer estos poemas fue tan intenso, que la acogida en el momento de su publicación fue en Galicia de las mayores que tuvo nunca una obra poética. De los seis poemas sólo se conocía en algunos ámbitos el “Madrigal á cibdá de Santiago”, publicado en 1932 en un número de la revista “Yunque” de Lugo.
Al parecer, la iniciativa de García Lorca para escribir en gallego surgió gracias a las sugerencias de su amigo Ernesto Guerra da Cal, un estudiante y actor ferrolano que conoció al poeta cuando éste dirigía en Madrid el grupo de teatro Anfístora. Federico García Lorca había viajado a Galicia por primera vez en 1916, y en 1932 la visitó en otras tres ocasiones, primero como conferenciante en varias ciudades y más tarde como director del grupo teatral La Barraca. En Galicia hizo amigos con los que se relacionó hasta el final de su vida. La ciudad de Santiago dejó en el poeta una huella profunda.
Fue Eduardo Blanco-Amor el que convenció a Lorca para que los poemas en gallego se publicasen en la Editorial Nos, entonces en manos de Anxel Casal, el editor gallego al que el destino reservaba un final tan trágico como el del poeta andaluz: fue asesinado el mismo día que Lorca y en idénticas circunstancias. El propio Blanco-Amor, quien formalizó la ortografía de los poemas y corrigió algún castellanismo, escribió el prólogo a la primera edición del poemario lorquiano, un prólogo que desapareció en ediciones posteriores.
Los poemas gallegos de Federico García Lorca alcanzaron inmediatamente una gran notoriedad y fueron acogidos con elogios unánimes, tanto por los escritores y críticos gallegos como del resto de España. Álvaro Cunqueiro, Antón Villar Ponte, Anxel Fole, y más tarde Castelao, Xesús Alonso Montero y Ricardo Carballo Calero, fueron algunos de los que escribieron reseñas críticas de exaltación de esta obra de García Lorca.
Federico García Lorca conocía profundamente la lírica galaico-portuguesa medieval, y fue esta poesía la que influyó con más fuerza en la estructura de sus composiciones gallegas, en las que introduce esquemas, diálogos y fórmulas de repetición de términos, a los que adapta letras alusivas a los temas de los poetas contemporáneos de Galicia: en “Cantiga do neno da tenda”, la saudade de Ramón de Sismundi, un emigrante gallego en Argentina (Sismundi es un topónimo de la comarca de Ortigueira, pero ha sido interpretado también como caracterización cosmopolita alusiva a los seis mundos de la emigración gallega), la melancolía y la obsesión por la muerte, (“Danza da lúa en Santiago”) y el dolor de la pérdida (“Noiturnio do adoescente morto”), los cantos letánicos (“Romaxe da Nosa Señora da Barca”), la denuncia social en el homenaje a Rosalía de Castro en “Canzón de cuna para Rosalía Castro, morta”… La atmósfera de una Galicia romántica y misteriosa está presente en los temas de estos poemas gallegos de Lorca, que el poeta combina con símbolos de su propia obra como el agua, el caballo, la luna, las palomas o el amor homosexual. El alma poética de Federico García Lorca se identificaba de este modo con una Galicia que llegó a influir en su obra y que estuvo presente en él hasta su muerte. Hasta el punto que desde algunos sectores intelectuales se pide la dedicación a García Lorca de un Día das Letras Galegas (véase “O pórtico poético dos seis poemas galegos de Federico García Lorca”, de Luis Pérez Rodríguez, Consello da Cultura Galega). 
Curiosamente, desde el principio, algunos músicos vieron que en estos poemas de Lorca latía un alma musical muy explícita. Una de las primeras adaptaciones musicales la hizo el pianista Isidro B. Maiztegui, que los interpretó acompañando la voz de la soprano Marta de Castro. Muchos años después pusieron música a algunos de los poemas de Lorca destacados intérpretes como el cantantautor Xoan Rubia, el grupo Luar na Lubre o la cantante María Manoela. Incluso el dúo argentino Caludina y Alberto Gambino se atrevieron con alguno de ellos.
Xulio Formoso Amancio Prada Lorca Amancio Prada y los poemas gallegos de García Lorca
Xulio Formoso: Amancio Prada canta versos gallegos de García Lorca

Ahora nos llega la mirada musical de Amancio Prada sobre esta obra de Lorca.
La identificación de la que hablábamos entre Galicia y García Lorca es similar a la que hay entre la poesía del andaluz y la sensibilidad musical de Amancio Prada. El cantante del Bierzo ya ha demostrado en otras ocasiones su sentimiento, por una parte hacia la poesía gallega de Rosalía de Castro (“Rosalía siempre” y su recreación en “Rosas a Rosalía”) y la lírica galaico-portuguesa (“Lelia Doura”), y por otra la aproximación a la obra poética de Lorca (“3 Poetas en el Círculo”, “Sonetos del amor oscuro”, “Sonetos y canciones de Federico García Lorca”).
Ahora Amancio Prada, combinando todos estos territorios, ha compuesto para ellos una música que penetra en las letras de estos poemas y las viste de una manera natural, como si fuera el traje que estaban esperando. Y lo hace a través de una musicalización sencilla, sólo con acompañamiento de guitarra y acordeón. Rosalía de Castro, por otra parte, está aquí presente en el poema dedicado a ella por García Lorca y por la “Salutación elegiaca” con la que Prada cierra el disco.
Amancio Prada abre esta obra con el “Madrigal á cibdá de Santiago”, a la que Lorca describe en medio de la lluvia y de la noche y a la que Prada engalana con la melodía de una perfecta identificación armónica con la letra. También en la “Danza da lúa en Santiago” vuelve el protagonismo de la ciudad, representado ahora en una de las míticas plazas de la catedral, la Quintana, en la que madre e hija sostienen un diálogo sobre la muerte que recuerda a los poemas de Rosalía de Castro sobre el mismo tema mientras los subrayados musicales del acordeón reproducen armonías de la música gallega tradicional. La saudade de un emigrante en Argentina es ilustrada musicalmente con la melodía de un tango, de una gran belleza formal, que se identifica con el “gemido melancólico de la gaita”, mientras el ritmo de una pandeirada sostiene toda la estructura de “Romaxe da Nosa señora da Barca”. La presencia de la muerte es intensificada emocionalmente por la melodía musical que Amancio Prada adapta al “Noiturno do adoescente morto”.
Editado en forma de libro-disco, en un formato desplegable muy original, es de justicia citar aquí las ilustraciones de Carlos Mestre para este “Poeta en Galicia”, a la altura de las de su colaboración, también con Amancio Prada, en las “Coplas a la muerte de su padre” de Jorge Manrique.

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