Los derechos de la infancia a los 50 años de la muerte de Franco
Este 20 de noviembre de 2025 coincide la conmemoración de los 50 años de la muerte de Francisco Franco y el Día Internacional de la Infancia, lo que invita a una reflexión. La Iglesia católica sigue adoctrinando a aproximadamente la mitad de las niñas y niños españoles. Mucha gente se felicita de que cada vez haya menos matriculados en religión, pero son casi 3.000.000 los menores sujetos a una instrucción dogmática (contraria al pensamiento crítico), anticientífica y anti-derechos humanos (en particular de los de mujeres y LGTBI).

Juan Antonio Aguilera Mochón, Nueva Tribuna
Este 20 de noviembre de 2025 coincide la conmemoración de los 50 años de la muerte de Francisco Franco y el Día Internacional de la Infancia, lo que invita a una reflexión.
Desde el Gobierno, lo primero se celebra con el bonito lema «España en libertad. 50 años», pero esta visión tan optimista se enfrenta a una incómoda realidad: la pervivencia de la jefatura del Estado antidemocrática dictada por Franco, y la del principal motor ideológico del franquismo, el nacionalcatolicismo. Éste prosperó durante las cuatro décadas que siguieron al golpe de Estado de 1936 gracias a la complicidad de la Iglesia católica con el dictador, que fue clave para que hubiera centenares de miles de víctimas mortales… y millones de víctimas de conciencia, cuyas vidas –sobre todo las de las mujeres– quedaron menoscabadas por la represión político-religiosa.
Pero el nacionalcatolicismo no se extinguió con Franco, pues se mantuvo y sigue muy vivo gracias sobre todo a los Acuerdos de 1979 de España con la Santa Sede (un Estado teocrático, antidemocrático y vulnerador de derechos humanos), con los que se puso al día el Concordato franquista de 1953. Y gracias asimismo a la legislación que los amparó y extendió: sobre todo, al artículo 16.3 de la Constitución de 1978 y a la Ley Orgánica de Libertad Religiosa de 1980. Más que una transición a la democracia hubo una lamentable transacción con instancias franquistas, incluidas las eclesiales. El nacionalcatolicismo también sigue muy lozano debido a la connivencia y/o cobardía de los sucesivos parlamentos y gobiernos democráticos, de derechas o de izquierdas, conservadores o progresistas.
En virtud de todo ello, la Iglesia católica, esa organización cómplice de violaciones masivas de derechos humanos durante la dictadura franquista, continúa disfrutando de unas prerrogativas desorbitadas con las que se vulnera la igualdad de los ciudadanos por razón de creencias, y por tanto se quebranta un pilar fundamental de la democracia.
Los privilegios de la Iglesia son en buena medida simbólicos (en este aspecto destacan las acciones de muchos alcaldes, militares… y las de los reyes, que exhiben con inusitada desvergüenza su sometimiento a la jerarquía eclesiástica), económicos (con más de 12.000 millones de euros anuales del erario para la Iglesia y más de 100.000 bienes apropiados por ésta ilegítimamente), mediáticos… y sobre todo hay que destacar, hoy, los educativos.
La Iglesia católica sigue adoctrinando a aproximadamente la mitad de las niñas y niños españoles. Mucha gente se felicita de que cada vez haya menos matriculados en religión, pero son casi 3.000.000 los menores sujetos a una instrucción dogmática (contraria al pensamiento crítico), anticientífica y anti-derechos humanos (en particular de los de mujeres y LGTBI). Pensando en los niños y niñas actuales, aplaudir un descenso notable de damnificados a años o décadas vista es una broma de mal gusto.
La religión catequética en la escuela y la catequesis parroquial se realimentan, inculcando en la infancia una ideología que coincide en buena medida con la de la derecha más reaccionaria. No nos sorprendamos del auge de la ultraderecha entre la juventud (aunque no digo que el adoctrinamiento religioso sea su única o principal causa). Y tomen nota de esto los partidos políticos que mantienen la religión en la escuela dejando a un lado sus principios laicistas por la rentabilidad electoral.
Es una ideología que transmite un supremacismo machista; no hay más que ver el monopolio del pene en la propia jerarquía de Iglesia. No nos extrañemos de hasta qué punto se mantiene la violencia de género y contra las personas LGTBI (pero no digo que el machismo religioso sea su única causa).
El adoctrinamiento católico de la infancia llega al extremo de afiliarla en el nacimiento y de acosar su privacidad en los confesionarios. No nos asombremos de que a veces se utilicen estas situaciones, en espacios íntimos, de abuso de autoridad sobre las mentes de los más vulnerables, para facilitar el abuso sobre sus cuerpos. Evitar lo primero ¿no sería una adecuada medida de prevención contra lo segundo?
En definitiva, si hacemos una adecuada «memoria histórico-democrática» que reconozca lo dicho y abarque hasta el presente, observamos la infausta pervivencia de despreciables elementos del franquismo, en particular de la vulneración de derechos fundamentales de la infancia, y por tanto encontramos pocas razones para felicitarnos a los 50 años de la muerte del dictador. Más bien es tiempo de hacerse cargo de la situación y ponerle remedio con toda la celeridad y eficacia posibles.
Urge especialmente acabar con el adoctrinamiento y el acoso religiosos sobre la infancia; para empezar, sacando cualquier forma de instrucción confesional –de cualquier religión– de toda la escuela, lo que supone acabar con la financiación pública de los colegios privados y con la existencia de «idearios» religiosos, contrarios a la ciencia y a derechos fundamentales. Y esto exige, a su vez, denunciar/anular los Acuerdos con la Santa Sede (no volver a acomodarlos a los tiempos) y con otras confesiones religiosas, y sustituir la Ley de Libertad Religiosa de 1980 por una Ley de Libertad de Conciencia como la que promueve Europa Laica.
Y desde luego es imprescindible –y para esto no hay que esperar a que actúen los políticos ni a ningún aniversario de la muerte de Franco– que madres, padres, tutores y otros allegados asumamos la necesidad de respetar el desarrollo de la libertad de conciencia de los menores, y no sólo en el ámbito escolar, sino también en la esfera privada.
Juan Antonio Aguilera Mochón es miembro del Grupo de Pensamiento Laico
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Notas Asturias Laica
Recordando que el 20 N es, también, el Día Internacional de la Infancia, revisamos en el blog de Asturias Laica entradas sobre la infancia en el franquismo
–Piden incluir en la Ley de memoria histórica los abusos padecidos por menores en el franquismo
–Años de sotanas
–El horror de los internados religiosos: “Si se metía en tu cama y llorabas, te daba una paliza. Era mejor que hiciera lo que quisiera”
–Los horrores de los internados franquistas
-Documental: Los internados del miedo, Montse Armengou y Ricard Belis.
«Los internados del miedo tranquilamente podría ser el título de una película de terror, pero no lo es, ya que la realidad, supera la ficción. Los internados del miedo (Els internats de la por, 2015) de Montse Armengou y Ricard Belis recoge el testimonio de las víctimas de vejaciones, privaciones y hasta de experimentos médicos en los internados para niños de la época franquista. Hospitales Psiquiátricos, Preventorios, Casa Cuna e Internados escribieron las páginas más deleznables de la historia española, en las que la tortura, la violación, el trabajo esclavo de menores y la venta de niños, formaron parte» | Fuente Dialnet: Texto completo (pdf)
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