Hoy asistimos a un comité federal del PSOE en el que Sánchez está obligado a inocular un mensaje de esperanza y motivación dentro de la incertidumbre que provoca el escándalo Cerdán, y por otro, a un congreso del PP en el que Feijóo ha instalado el mensaje de que no hay país para la esperanza, todo consiste en denunciar que vivimos bajo una “dictadura sanchista” que destruye la nación (al margen de que los datos económicos muestren todo lo contrario). Unos pronostican el desastre y otros echan mano de datos indiscutibles sobre el progreso de España. ¡Pasen y elijan! Pero háganlo con datos y con argumentos fiables. No nos lavemos las manos. Los medios tenemos mucho que decir (y de lo que avergonzarnos) acerca de la complejísima coyuntura política.
Jesús Maraña
Si la cosa no fuera tan seria, uno podría imaginar a Pedro Sánchez como el pasajero mareado de Aterriza como puedas, con esa hilarante fila de voluntarios en el pasillo del avión dispuestos a abofetearlo, atizarle puñetazos o hasta golpearle con una llave inglesa. En la cola andan desde Feijóo (obvio), Abascal (puñal en mano) o Aznar (con un puro ardiendo), hasta Felipe González (‘jamás te votaré’), Guerra, Cebrián, Page, Lambán y el mismísimo Javier Cercas, enredado en una telaraña de rencores que tiene más que ver con el procés y sus secuelas que con una (impostada) defensa de los valores progresistas (ver aquí).
Curiosa manía esa de presumir de la ‘superioridad moral de la izquierda’ para a continuación denostarla, poco menos que avergonzarse de ella y, sobre todo, exigir a sus representantes elegidos en las urnas una actuación tan digna como imposible. No nos engañemos: para todos los citados, y muchos más, daría igual que este sábado se quemaran a lo bonzo todas y todos los miembros del comité federal del PSOE. “¿Y Cerdán qué?”, gritarían los espectadores supervivientes, reconfirmando la estela de un informe de la Guardia Civil que deja abiertas todas las puertas del infierno de la corrupción.
Seamos claros: Pedro Sánchez tiene más que difícil gestionar esta situación, por más que conserve los galones de haber dirigido un país sumido en una pandemia, los efectos de un volcán o la posición de España respecto a la invasión de Ucrania o el genocidio en Gaza... Así que… vamos al lío: lo fácil hoy es garabatear la brocha gorda, la del ‘¡váyase, señor Sánchez!’, la del puñetazo que exige elecciones anticipadas o la de la colleja que anuncia un “voto en blanco” (González dixit), pasando por el sermón de quienes recomiendan que Sánchez dé el relevo a otro u otra presidenta del Gobierno mientras se convoca un congreso extraordinario del PSOE para elegir un nombre que compita cuando toque con la coalición de facto entre Feijóo y Abascal.
Me mojo: lo fácil hoy es exigir (gritando mucho) la dimisión de Sánchez y la convocatoria de elecciones anticipadas. Lo difícil (a menudo coincidente con lo racional y procedente) es defender que Sánchez está absolutamente obligado a resistir. Y no sólo por razones internas (¿quién coño sustituye con solvencia su valoración en las urnas, a la que no llega Feijóo?), sino también por eso que rumbosamente se llama “responsabilidad democrática”.
Porque (díganme si me he perdido algo): ¿cuál es el escenario al que obligan desde sus diferentes púlpitos dibujar a Pedro Sánchez? Es sencillo: gobierno de mayoría absoluta de la derecha con la extrema derecha (por si a estas alturas hubiera alguna diferencia fáctica entre ambas en este nuestro entrañable país). No le demos más vueltas: echar ahora a Sánchez equivale de facto a poner la alfombra roja a una mayoría absoluta condicionada por la extrema derecha en asuntos capitales como inmigración (“delincuentes”), vivienda (“okupas”) o pacifismo (5% OTAN).
Oiga, que no lo discuto. Allá Felipe, Page, Guerra, Cebrián, Madina, Cercas… o hasta Pablo Iglesias en su apuesta política, mediática y partidista. Pero no nos vendan milongas. Se percibe una suma de rencores (todos ellos se enfrentaron y perdieron ante la candidatura de Sánchez en el PSOE) que no contempla en absoluto lo que se perfila como única alternativa posible en las urnas: la suma de derechas y extremas derechas dispuesta a gobernar como sea y al coste que sea. Lo cual incluye atropellar cualquier fórmula democrática (decidamos sobre un informe de la Guardia Civil, sin esperar a una sentencia) que respalde un calendario racional y representativo.
Lo valiente, lo arriesgado, lo implícitamente ‘ingenuo’, es defender hoy que Pedro Sánchez puede y debe resistir intentando agotar la legislatura. Porque ese es su compromiso ante los electores de julio de 2023 y ante sus socios de investidura. Oigan, señor Feijóo o señor Tellado: ¿por qué narices debe dimitir Sánchez ante un informe de la UCO mientras su exlíder Rajoy no reaccionó siquiera hasta que una sentencia firme (¡nueve años después del estallido de la Gürtel) le colocaba al frente de una trama de financiación ilegal durante décadas? Esto es lo que la actual dirección de Podemos califica como “malmenorismo”.
Explíquenme, porfa, si se acepta o no el hecho de que el “malmayorismo” conduce a un Gobierno de derechas o extremas derechas en España, dispuestas a liquidar derechos humanos, laborales y sociales. Porque quizás tranquilice mucho a Cebrianes, Savateres, Pages, Cercas y compañía pensar que la batuta del progresismo continúe en manos de quienes jamás la han aplicado, pero lamento comunicarles que su irresponsable “valentía” a lo que lleva inexorablemente es a un gobierno de autócratas, falsos moderados, decididos replicantes del manual de Steve Bannon, ese que presume de que las falsedades discursivas de Trump tienen consecuencias decisivas en las urnas.
Si usted grita ‘¡fuera Sánchez!’, ¿debe asumir que está planteando ‘¡pasen Feijóo y Abascal!’? ¿Y esto significa desde una perspectiva de izquierdas que se justifica la responsabilidad, de facto o ‘in vigilando’, de lo ocurrido en el PSOE? No, y no, y no. Simplemente significa (y esto lo escribo a título personal) que el presidente del Gobierno está obligado a lanzar una propuesta de nombres, rostros, contenidos y hasta sombras que no ofrezca rendija alguna por la que pueda circular la apuesta de las cacerolas. Lo cual vale, a la interna, por lo que pueda ocurrir en este comité federal socialista, pero también sobre la dificultad de la “externa”, esa segunda parte en la que Sánchez deberá convencer, este próximo miércoles, de que cosecha apoyos suficientes entre los socios de investidura dispuestos no solo a respaldar el proyecto de ese mareado violinista, sino también entre quienes miran de reojo a sus competidores directos y a quienes contemplan constantemente la hoja de ruta de los que procuran “pedalear” hasta 2027.
No tengo claro si los cambios de Sánchez son suficientemente creíbles para garantizar el mínimo relax en lo que exigen los próximos pasos. Sí me atrevo a pronosticar que, haga lo que haga Sánchez, no será nunca suficiente para relajar a los tiburones. Feijóo nombra y refuerza a quienes más se han esforzado por tensionar la legislatura y por deslegitimar al Gobierno apoyado por una mayoría parlamentaria. Parece que Feijóo y sus mariachis andan tan contentos con los resultados de su estrategia, aunque los números indiquen que prácticamente todo lo que pierde el PSOE lo gana Vox y toda la valoración que sustenta a Sánchez no consigue reducirla Feijóo (ver aquí).
De modo que este sábado asistimos, por un lado, a un comité federal del PSOE en el que Sánchez está obligado a inocular un mensaje de esperanza y motivación dentro de la incertidumbre que provoca el escándalo Cerdán, y por otro, a un congreso del PP en el que Feijóo ha instalado el mensaje de que no hay país para la esperanza, todo consiste en denunciar que vivimos bajo una “dictadura sanchista” que destruye la nación (al margen de que los datos económicos muestren todo lo contrario). Se trata de gestionar las respectivas burbujas. Unos pronostican el desastre y otros echan mano de datos indiscutibles sobre el progreso de España. ¡Pasen y elijan! Pero háganlo con datos y con argumentos fiables. No nos lavemos las manos. Los medios tenemos mucho que decir (y de lo que avergonzarnos) acerca de la complejísima coyuntura política.
INFOLIBRE
No hay comentarios:
Publicar un comentario