lunes, 7 de julio de 2025

NETANYAHU CAPITULÓ ANTE IRÁN, QUE ESTABLECIÓ UN EQUILIBRIO BASADO EN LA DISUASION MÚTUA

 

Personas participan en una protesta exigiendo el fin de la guerra y la liberación inmediata de los rehenes retenidos por Hamás en la Franja de Gaza, y contra el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu en Tel Aviv, Israel. Foto
Personas participan en una protesta exigiendo el fin de la guerra y la liberación inmediata de los rehenes retenidos por Hamás en la Franja de Gaza, y contra el gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu en Tel Aviv.

Tras la ilegal “guerra de los 12 días” de EU e Israel –potencias nucleares que contaron con la complicidad de Reino Unido, Alemania y Francia– contra Irán, puede decirse de manera preliminar que el régimen colonialista y expansionista de Benjamin Netanyahu sufrió una humillante y costosa derrota estratégica. Los datos de la realidad parecen validar esa premisa que contradice la triunfalista versión de Washington y Tel Aviv. Mientras como parte de su estrategia de máxima presión, la administración Trump usaba la sexta ronda de negociaciones nucleares como señuelo para distraer y engañar a la autoridad iraní, el 13 de junio Netanyahu lanzó una guerra híbrida relámpago, altamente asimétrica, que combinó operaciones de inteligencia, militares y mediáticas, y cuyos tres objetivos declarados eran destruir el programa nuclear iraní; desestabilizar el sistema político de la república islámica para facilitar un cambio de régimen, y degradar el sistema de misiles balísticos de Irán. 

La trama para justificar el ataque: que Irán estaba “a punto de adquirir el arma nuclear”, se fabricó con base en el sistema de inteligencia artificial Mosaic, algoritmo predictivo de caja negra de Palantir, la firma del megamillonario Peter Thiel (miembro del Club de Bilderberg y mecenas y aliado de Trump), financiado por In-Q-Tel, el brazo de capital de riesgo de la CIA, y desarrollado originalmente para ganar guerras de contrainsurgencia, no para la supervisión nuclear, que es el mandato del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA). El 6 de junio, una resolución del OIEA liderada por EU censuró a Irán con 19 votos a favor y tres en contra, la primera en 20 años, lo que provocó el grito de “teatro político” de Teherán. El 12 de junio Irán filtró documentos que, afirmó, mostraban que el director del OIEA, Rafael Grossi, compartió los resultados de Mosaic con Israel. El OIEA, organismo de la ONU que debería ser neutral, dio a Israel la fachada diplomática que necesitaba. Y un día después atacó. La agresión masiva se basó en datos de inteligencia satelital del mando de las fuerzas militares de EU en la base al-Udeid, en Qatar, y de espías infiltrados en el OIEA, que facilitaron los nombres de los científicos nucleares iraníes asesinados y la ubicación de las centrifugadoras subterráneas de las centrales nucleares de Fordo, Natanz e Isfahán bombardeadas. Como observó Sarah Billis, los algoritmos privatizados no están sujetos a la Carta de la ONU ni al Tratado de No Proliferación. 

Como complemento de la agenda militar, la inteligencia israelí lanzó una campaña de propaganda gris por el canal satelital Iran International que funcionó como engranaje esencial de las operaciones sicológicas encubiertas dirigidas a fomentar caos, terror, confusión y desaliento dentro de la sociedad iraní, con la intención de minar significativamente la moral y la resistencia nacional. El canal buscó construir una imagen de invencibilidad del ejército agresor, intensificando, a la vez, divisiones étnicas para convertirlas en focos de conflicto interno. Durante la ofensiva, terroristas, saboteadores y espías electrónicos ligados al Mossad usaron la red satelital Starlink, de Elon Musk. 

Si bien las tácticas de conmoción y pavor (Shock and awe) y de decapitación de mandos militares y científicos nucleares iraníes le generaron a Israel réditos iniciales, los principales objetivos trazados, fracasaron. Irán absorbió los golpes y fue horadando paulatinamente los cacareados sistemas de defensa israelí/estadunidense y su superioridad tecnológica-militar, obligando al arrogante dúo Trump/Netanyahu a pedir una tregua temporal, rompiendo, a la vez, la imagen de Irán como Estado vulnerable al castigo sin reacción. 

Irán demostró que no responde bajo presión, sino que elige su momento y golpea donde duele. Sus acciones de retaliación apegadas al derecho a la legítima defensa consagrado en la Carta de la ONU, impactaron puntos neurálgicos del complejo militar-industrial israelí –con epicentro en bases militares y estructuras vitales de su aparato de defensa e inteligencia–, sin abrir la puerta a una escalada regional descontrolada. Es evidente que el genocida Netanyahu y sus aliados sufrieron un revés vergonzoso. Ese retroceso, a pesar de todos los intentos por maquillarlo, podría marcar el inicio de una nueva fase basada en la disuasión mutua. 

Debido a las estrictas leyes de censura militar, en Israel se desconoce, en general, que Irán causó daños significativos al complejo de inteligencia militar Kirya, en el centro de Tel Aviv, uno de los más fortificados del país; que en Haifa ocupada fue impactado el edificio del Ministerio del Interior responsable de la coordinación militar interna; que los misiles iraníes golpearon el cuartel general de la inteligencia militar de Aman, cerca de Herzliya, que alberga la sede operativa del Mossad y supervisa el espionaje de élite, como las unidades 8200 (inteligencia de señales), la 504 (inteligencia humana) y la 9900 (inteligencia geoespacial). Otros objetivos estratégicos alcanzados fueron la base aérea de Nevatim, en el desierto de Neguev, que alberga la mayoría de los F-15 y F-35 israelíes, además de las bases Tel Nof y Ben Gurion, cerca de Tel Aviv; Ramat David, cerca de Haifa; Palmachim, en la costa mediterránea, y Ovda, cerca de Eilat. 

Además, Irán atacó el complejo Rafael Advanced Defense Systems, al norte de Haifa, que fabrica los interceptores de misiles de la Cúpula de Hierro y misiles de crucero y guiados Popeye, Rocks, Spike y Matador. También fueron blancos la zona industrial de Kiryat Gat, importante centro de producción militar de microprocesadores y alta tecnología; el Parque Tecnológico Avanzado Gav-Yam Negev, cerca de Beersheba, sede de empresas especializadas en ciberguerra, inteligencia artificial y tecnologías militares, y el Instituto de Ciencias Weizmann, conocido por su colaboración con el ejército, el Mossad y el programa nuclear clandestino de Israel en Dimona. 

Según el diario The Times of Israel, como resultado de los impactos de misiles iraníes sobre casi 200 inmuebles, se acumularon 800 mil toneladas de escombros en ciudades israelíes. A su vez, el periódico Maariv consignó que, como consecuencia directa del conflicto de 12 días con Irán, la economía de Israel sufrió pérdidas superiores a los 14 mil millones de dólares, lo que afectará gravemente el producto interno bruto. Todo indica, pues, una derrota estratégica de Israel; una desesperada y humillante capitulación de Netanyahu, ante un enemigo que estableció un nuevo equilibrio basado en la disuasión mutua.

LA JORNADA MX  DdA,XXI/6.033

No hay comentarios:

Publicar un comentario