Félix Población
A propósito de la aprobación del voto femenino en España (uno de los primeros países en lograrlo) el 1 de octubre de 1931 por parte de las Cortes de la Segunda República, con 161 votos a favor y 121 en contra, quedando así reconocido en el artículo 36 de la Constitución, leo a través de la página Del charlestón al jarabe: Crónicas de tiempos agitados, que administra Javier Abanque Ramírez, que entre las propuestas más llamativas que se plantearon en aquellas históricas sesiones figuró la un diputado apellidado Ayuso, quien presentó una enmienda consistente en que las mujeres votaran, sí, pero sólo a partir de los 45 años, a diferencia de la edad en la que lo hacían los varones, a los 23.
Alegaba el tal Ayuso que sólo a esa edad alcanza la mujer una madurez y serenidad suficientes, coincidente por término medio con la menopausia ("cuando se fija por los tratadistas la estandarización de la edad crítica de la mujer latina"). A lo expuesto replicó con la solvencia de su profesión un tal doctor Juarros (César Juarros y Ortega, 1877-1942) quien argumentó que esa edad marca más bien un declive natural en el ser humano, independientemente del género.
Por razones obvias que el discreto lector compartirá después de leer tan peculiar punto de vista, sentí curiosidad por saber la identidad del tal Ayuso, encontrándome con el diputado Manuel Hilario Ayuso Iglesias (1880-1944), que lo fue nada menos que en 1914, 1916, 1918, 1923, 1931 y 1933 (por Soria), pertenecía al Partido Republicano Federal y desempeñó tareas profesionales o vocacionales como catedrático universitario, abogado, historiador, antropólogo, periodista, filósofo y poeta.
Exiliado en París durante la dictadura del general Primo de Rivera, se hartó de la vida política y parlamentaria tras ser elegido por última vez diputado por su provincia en las elecciones de noviembre de 1933 (las primeras en que votaron las mujeres), y su postura crítica con el régimen republicano lo llevó por segunda vez al exilio en el verano de 1936, a tiempo para librarse de la Guerra Civil. Una vez finalizado el conflicto, regresó a España, acató el régimen franquista a pesar de ser depurado como catedrático, se le premió con la dirección de la Biblioteca Universitarias y hasta fue un firme partidario del nacional-catolicismo hasta su fallecimiento en Madrid en 1944.
No conocemos su opinión acerca del papel jugado por las diputadas que defendieron el sufragio femenino en igualdad con los hombres y que llegaron al Congreso antes que a la menopausia, pero que el tal Ayuso desembocara en el nacional-catolicismo franquista puede darnos una idea. También, que los criterios del diputado soriano (Burgo de Osma, 1880) fueran similares a de los de la iglesia católica respecto a la aprobada ley del divorcio republicana.
DdA, XXI/6.035
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