miércoles, 30 de abril de 2025

EL PRIMER POEMA DEDICADO A MIGUEL HERNÁNDEZ EN ESPAÑA SE PUBLICÓ EN 1943

Enrique de Azcoaga, autor del poema, junto a Tierno Galván

Félix Población

Estamos de muy tardía enhorabuena en la democracia española de 1978, para no variar. Una sentencia había condenado al catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá, autor de un libro sobre el poeta Miguel Hernández, por intromisión ilegítima en el derecho al honor de Antonio Luis Baena Tocón, al que atribuyó un papel relevante en el consejo de guerra que condenó a muerte al poeta alicantino. La condena, como es sabido, no llegó a ejecutarse, pero Miguel Hernández falleció en 1942 en una de aquellas prisiones franquistas en las que las enfermedades, el frío y el hambre causaban a menudo la muerte entre los reclusos. 

Hay que felicitar a la Fiscalía por su diligencia al acordar la semana pasada, por primera vez en un procedimiento judicial, que el poeta de las Nanas de la cebolla, uno de los poemas más conmovedores de la literatura escrita en español, fue una víctima de la dictadura franquista. A propósito de esta noticia me parece oportuno recordar que, al año siguiente del fallecimiento de Miguel Hernández en la cárcel de Alicante, víctima de la tuberculosis, el olvidado escritor y poeta Enrique Azcoaga publicó su poemario El canto cotidiano (ed. Hispánica), en cuya última página podemos leer el primer poema dedicado a la memoria del poeta víctima de la dictadura franquista, al que su autor mencionó sin apellido con estas palabras en la muerte de Miguel, y cuyos versos son los que siguen:

La tierra al recibirte habrá sentido/ todo el calor del trigo más granado:/ todo el amor de un hombre inacabado;/ la gloria de un poeta conseguido.

El surco que tu sangre ha redimido/ sembrando injustamente tu truncado/ destino pedirá justicia airado/ a Dios desde un olmos sin olvido.

Tu estirpe campesina quiso un día/ salvar al hombre fértil del secano/ monstruoso en que brotó tu voz lograda.

Y Dios perpetuará tu lozanía,/ tu corazón sin muerte, fiel hermano/ en troncos como tu alma destrozada.

Enrique de Azcoaga (1912) había conocido a Miguel Hernández en las Misiones Pedagógicas, sobre las que el primero escribió un largo artículo publicado en la Revista de Occidente. Fue colaborador de varios medios de comunicación como los diarios  El Sol y Luz. Su primer libro, titulado «Línea y acento», le permitió ganar el Premio Nacional de Literatura, aunque nunca llegó a editarse. Con el tiempo publicaría obras como «La piedra solitaria»«Del otro lado»«El canto cotidiano»«El empleado»«Dársena del hombre»«La arpista» y «España es un sabor», entre otros. Tras la Guerra Civil, Azcoaga abandonó su país, como tantos otros escritores, y vivió más de una década en Argentina, en donde fundó y/o editó revistas como MairenaAtlántida y La Hoja Literaria. De regresó en España, siguió escribiendo y publicando y recibió reconocimientos como el Premio José Lázaro Galdiano (en este caso, otorgado por su trabajo como crítico de arte). Enrique Azcoaga falleció en marzo de 1985, a los 72 años de edad. El autor dejaría numerosos textos sin publicar, muchos de los cuales aún siguen inéditos por su propia voluntad.

José Luis Ferris, en su excelente biografía Miguel Hernández, pasiones, cárcel y muerte de un poeta,  dice del protagonista que con las Misiones Pedagógicas viaja Hernández durante los meses de febrero y mayo de 1935 por tierras de Castilla La Vieja, de Andalucía y de La Mancha. Muy posiblemente, Azcoaga haya tenido en cuenta las vivencias compartidas en esos viajes con Hernández y su triste e ignominioso final para escribir y publicar el primer poema dedicado a su memoria y muerte en 1943, más de ochenta años antes de que la Fiscalía de la democracia española de 1978 reconociera que su compañero de las Misiones Pedagógicas republicanas fue una víctima de la dictadura franquista.

DdA, XXI/5.973

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